Valencia CF: un equipo roto al que se le acaba el tiempo

La de Montjuic fue la noche más oscura para el valencianismo en años. El Barcelona jugó a placer ante un equipo que no supo gestionar la presión y que vio como los resultados de la jornada no le beneficiaban. También fue un golpe durísimo para Carlos Corberán, incapaz de presentar batalla en una primera parte que terminó con un bochornoso 5-0 para los locales.

La vuelta de Mouctar Diakhaby tras 10 meses de lesión debería haber sido motivo de celebración, pero el contexto del partido lo convirtió en un mero dato estadístico. Su presencia no pudo evitar la debacle, y el debut de Max Aarons, aunque decente, fue eclipsado por la magnitud del desastre. No fue solo una derrota en el campo; fue una lección dura de humildad y un espejo donde el Valencia debe mirarse para evitar el descenso. La falta de competitividad y el bajo ánimo mostrado por los jugadores no son meras casualidades. Reflejan problemas más profundos, cuestiones de liderazgo, mentalidad y por supuesto ilustran la pésima gestión del club.

El Valencia tiene ahora la oportunidad de transformar esta humillación en un punto de inflexión, lo triste es que cada vez los golpes son de mayores dimensiones y resta menos tiempo para el final de la temporada. La amenaza del descenso tiene atenazada a la plantilla y angustiada a una afición que cada vez cree menos en la reacción definitiva.