El Valencia tendría que actuar como un club serio, profesional, normal

Ser el malo en un club de fútbol es algo muy jodido, porque te toca exigir, apretar, dar miedo, ver cómo la gente se calla cuando te ve llegar, cómo te huyen.

Pero sin esa figura, sin alguien que sea capaz de decirle a un tipo a los ojos, “te estás jugando tu futuro, y como no te pongas las pilas te vas a la puta calle o te mueres de asco en la grada”, que en ocasiones hay que decirlo, bien fuerte y bien desagradable, el nivel de exigencia, directamente, desaparece.

Corona debía haber estado en el viaje de vuelta de Mallorca montando un cirio de tres pares, delante de todo el mundo, que todos lo escucharan de forma clara. Y el sábado, en Paterna, charla dura, pero que además se supiera, porque aquí hay que sentir la presión, que esto es el Valencia, no un equipo de empresas.

No se trata de pedir la luna a quien no te la puede dar, pero no es de recibo que tras una derrota, tras todas las derrotas, más allá del mosqueo del entrenador, que encima se debe contener, no ocurra nada, no pase nada, no tiemblen las paredes y la tierra.

He sido ese “malo”, y he sido muy bestia, y alguna vez se me ha ido la cabeza, pero también tengo que decir que los he visto peores que yo, muchos peores, y con unos resultados, a largo plazo, siempre buenos. Porque aquí hay que apretar, aunque la frase real sea otro mucho más grosera, y hablar el idioma que todo el mundo ahí dentro entiende. Nada más.