El dolor no nos puede hacer perder la cabeza en Valencia
La rabia y la impotencia nos está llevando de a decir cosas que debemos pensar, porque para bien o para mal, la vida a va seguir

"El Valencia debe retirarse de la Copa, y también de la Liga, y dan igual las sanciones". Lo estoy leyendo y lo estoy escuchando desde hace unos días, y aunque comparto que ni es momento de hablar de fútbol ni tampoco tenemos estómago, debemos tener claro que, pensemos lo que pensemos y haya pasado lo que haya pasado, la vida no se va a parar, va a seguir, y tenemos que mirarla de cara, porque entre otras cosas, no hay más remedio.
Si me preguntan a mí, que no lo harán, el encuentro del sábado ante el Espanyol se debería aplazar también, es normal, es lógico, es humano. Y no sé si el siguiente en casa, porque adelantarse tanto en el tiempo es cuando menos osado, ya que nadie puede asegurar cómo van a estar las cosas de aquí a entonces. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta dejarse llevar por unos sentimiento a flor de piel que nos están sacudiendo a todos.
El día que falleció mi padre, un 18 de marzo para ser exactos (eligió la fecha para que no me olvidara de él), comprendí que el mundo no se para, jamás se para, y da exactamente igual lo que pase. Esto que estamos viviendo es una salvajada que jamás se nos podía pasar por la cabeza, pero es lo que tenemos delante, y el hecho y sus consecuencias hay que afrontarlo como viene. Y superarlo, por supuesto, porque al final, esta maldita vida va de eso.