El local management del Valencia, sin filias ni fobias
Los ponemos a parir, pero si el club nos llamara para trabajar allí, iríamos corriendo (casi) todos sin lugar a ninguna duda

En Valencia ponemos a parir al local management del club, pero todos mataríamos por ser cualquiera de ellos. La vida es esto, contrastes de todos los colores, e hipocresía, mucha hipocresía, toneladas de ella, por supuesto que sí.
Hasta cuando se cumplió un año del uso de este término, la efeméride se aprovechó para pegar estopa, algo que es muy habitual y que sirve para descargar tensiones, porque hay quien se sigue creyendo, o eso le conviene, que las decisiones clave se toman aquí y no en Singapur.
Y no sólo eso, sino que todo va mal porque los que hay ahora son muy malos, y que si hubiera otros todo sería más fácil. Los ponemos a parir como si nos costara, con ligereza, con insultos que se pasan de la raya, incluso acosándolos por la calle como si fuéramos quinquis. Y siempre al grito de que son unos inútiles, o esclavos de su amo, o la barbaridad que en ese momento esté de moda, que también para eso hay tendencias.
Y respecto a esto hay varias verdades incómodas. La primera es que si nos llamaran a nosotros, a cualquiera (casi cualquiera, no quiero ser absolutista), saldríamos corriendo y no daría tiempo ni a descolgar el teléfono. Trabajar en el Valencia, por el amor de Dios, el sueño de todos hecho realidad, ¿y le vas a decir que no? Es que el chiste se cuenta solo, aunque claro, cuando sabes que no te van a llamar ni por error, ser digno es mucho más sencillo, y arriesgas menos, claro.
Y lo segundo es que el Valencia funciona de una manera muy compleja, pero mucho, y no lo admitimos, porque lo sabemos, y eso no es justo, nada justo. ¿Que el local management comete errores? Pues casi seguro, y probablemente todos los días. ¿Que no se toman todas las decisiones que se querría aquí porque Singapur funciona de otro modo? Exactamente igual, aunque lo primero lo vemos fácil y lo segundo, simplemente, no queremos verlo. Cuando no se es justo, cuando los juicios se deben a muchas variables que están generadas por intereses, la perspectiva se pierde, no existe, y entonces, la razón que se pueda tener, se va por la taza del wc.