La fiesta de quedarse en Mestalla, ¿quién la paga?

Que ahora se haya sabido que la sentencia de demolición de la grada que había pendiente ha caducado, no cambia nada

Toni Hernández | 06 JUL. 2024 | 00:02
Mestalla

Mestalla es el mejor campo del mundo y ojalá el Valencia no tuviera que irse nunca de allí. Dejando clara mi postura, que no ha cambiado nunca, y que nunca lo hará, eso no me impide ver las cosas con lucidez, al menos cierta lucidez, y tener claro que la nostalgia y el sentimiento es una cosa, y la realidad financiera y el futuro es otra muy distinta. Vivimos en una contradicción permanente en demasiados temas, y eso hace que demos tumbos muy extraños.

Resulta que la sentencia de demolición de la grada lleva caducada desde 2011. Nada menos que 13 años, y con gobiernos de varios colores en Generalitat y Ayuntamiento. De 2015 a 2023, cuando mandaban los que no mandan ahora, no vi una sola mención a este tema, por ejemplo. Pero más allá de esto, insisto en la pregunta: ¿cambia algo? Y hasta respondo con un rotundo no. Porque la cantidad de dinero movido, además de otras cosas, hace que la situación esté muy por encima de esa sentencia.

Hay invertidos 150 millones en la Avenida de Cortes Valencianas, que no se pueden perder. Hay una necesidad vital de crecer, que en el actual estadio no se puede. Habría que darle un giro brutal a mil decisiones que llevarían años, muchos, y que al final irían en beneficio del Valencia, perdón, de Lim según convenga, pero que ahora no se dice. Que el Valencia cambiara los planes, amén de tener que contar con los políticos para revertirlo todo, perdería una cantidad brutal de dinero. El Valencia, no Lim.

¿Y eso quién lo paga? ¿Se decide a nivel público y se hace cargo dinero privado de una empresa? ¿Eso lo estamos diciendo en serio? Es decir, se repite hasta la saciedad que acabar el nuevo campo arruinaría al club, ¿pero esto no? Que no se puede firmar el convenio porque favorece a Lim, ¿pero sí recalificar el sueño del futuro estadio? Decimos una cosa y la contraria en la misma frase con demasiada frecuencia, y eso no puede ser, no debe ser.