El Nuevo Mestalla necesita menos egos y más sentido común

El Nuevo Mestalla necesita sentido común y menos ansias de protagonismos inútiles. Y de paso, tampoco vueltas a un pasado que sabemos que es la causa de nuestros males, de muchos de ellos, pero que ahora algunos insisten en repetir como si no hubiéramos aprendido nada. O peor, como si hiciera falta aplicar esa máxima del "cuanto peor, mejor", porque pretender que las cosas sean de nuevo como en 2006 es absurdo hasta puntos insospechados.

El plan de Juan Soler y Vicente Soriano, con la ayuda de los políticos de turno, y aquella burbuja inmobiliaria que nos explotó en la cara, parece que no es suficiente. Porque hasta los partidos políticos que criticaron toda aquella política de proyectos faraónicos, ahora no tienen el menor rubor en exigirla como si eso fuera lo normal. Porque claro, como no pagan ellos, aquí siempre lo hace el Valencia, pedir en modo pólvora de rey es lo más sencillo del mundo.

Hay un solar, una obra por acabar, un convenio por renovar, un estadio que derribar y un proyecto que aprobar con un capital privado que tiene un límite, por más que se pretenda pedir lo que jamás se va a dar por el máximo accionista, que encima no tiene obligación legal alguna por obra y gracia del genio que no le obligó a firmar estos compromisos en el proceso de venta. Sentido común y la frase más repetida la semana pasada, altura de miras. Que no es poco.