El Mundial no influye en el Valencia ni en el Nuevo Mestalla, pero despreciarlo es estúpido

El Mundial 2030 no puede ser lo que marque el futuro del Valencia ni del Nuevo Mestalla. Ni hoy ni nunca, de ninguna manera, porque ese recinto es para un evento concreto, y de lo que hablamos en clave VCF es de una casa para los próximos 100 años, es decir, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Son dos cosas que no tienen nada que ver, pero nada, y no sé qué interés ha habido nunca en que fueran de la mano, porque era algo peligroso, y que se ha avivado de una forma que no me ha entrado nunca en la cabeza, y que ahora se pone de manifiesto que no sólo era un error, sino también una terrible pérdida de tiempo. 

Ni los políticos debían usar el evento para presionar al club, ni el club para presionar a los políticos, porque aunque sería bueno para la ciudad, al menos durante unas semanas, si nos dejáramos llevar por esa tensión temporal, podríamos estar cometiendo un desastre de proporciones bíblicas si olvidamos cuál es realmente el objetivo que andamos buscando todos: campo para muchos años, de máximo nivel y que nos permita estar cerca de los que más generan en España y en Europa.

Aquí hay que olvidarse de esa cita, la ciudad y el club, y centrarse en el marrón que tenemos en la Avenida Cortes Valencianas desde hace casi 20 años y que no hemos sido capaces de solucionar en todo este tiempo. Que se juegue o no ese Mundial en España, que ya veremos con la que está cayendo a nivel federativo, es absolutamente secundario, para todas las partes, ya que hay cosas mucho más grandes en juego, y muy lejos del corto plazo.