El futuro del Valencia

El futuro del Valencia es algo que nadie sabe cómo va a terminar. Esta sensación no es nueva, en absoluto, pero los acontecimientos que se van dando no ayudan a que se disipe esa sensación. Es más que eso, por desgracia, ya que estamos ante una política de hechos consumados, por más que queramos negarlo. Estoy leyendo conclusiones sobre la sentencia del TSJCV que, cuanto menos, son arriesgadas.

Primero porque no es firme, cabe recurso con lo que eso conlleva, y segundo, porque aunque fuera así, estamos ante un escenario en el que el máximo accionista del club puede tomar el camino de en medio, con la ley de su lado, e ir al Tribunal Supremo el tiempo que sea necesario. Eso condena al Valencia, que es el gran perjudicado, de hecho el único, aunque pretendemos meter en la ecuación a Lim, como si no supiéramos que esto, al menos el futuro del estadio, le da igual por completo.

Decir eso supone palos, que es una especie de colmo de la estupidez dentro de un ambiente que está a flor de piel, y que algunos utilizan para que el relato siga adelante. Yo no veo todo tan “sencillo” como algunos lo dibujan, que me parece bien, pero o soy más pesimista o tengo muchas más dudas sobre lo que viene en el corto plazo. Porque primero quiero ver si el club recurre, que es el primer paso a corto plazo. Y si no lo hace, a ver cuál es la postura, que tampoco la tengo nada clara.

Pero lo que más me quita el sueño es pensar en la solución real al problema, el futuro comprador, que no sé dónde podemos encontrarlo ni tampoco qué ofrecerle, porque ahora mismo, la mercantil, no tiene nada de valor tangible, y eso es un problema grave, pero muy grave. Llevamos intranquilos muchos años, pero ahora mismo es más que eso.