Orgulloso de Valencia

Cuando queremos, Valencia es una ciudad increíble, con gente maravillosa capaz de acoger en su casa a personas que ni conoce. Nos ha unido una maldita desgracia, pero no olvidemos que somos el mejor lugar del mundo. Respeto a las víctimas, honor a los que se han jugado la vida. Han sido días muy duros para todos, porque al final, esta ciudad es muy pequeña aunque parezca grande.

Todos, de una manera u otra, tenemos a alguien cerca de ese incendio, como mi amigo Carlos, que ha perdido una casa, o Adriana, la administradora del lugar donde vivo, que también ha dejado todo en esas llamas, aunque pudo sacar de milagro a su hija y a su suegra.

El mundo fallero ha quedado tocado, el del deporte lo mismo, igual que una sociedad que, salvo alguna excepción que no merece ni el calificativo de persona, ha empatizado con todo lo que pasaba como si fuera con ellos mismos. Valencia ha sacado su mejor cara, dejando a un lado unos días que debían ser la gran previa de las fallas, lo mismo que olvidarse del fútbol, porque como dijo Baraja, ahora eso no tocaba y no tenía sentido.

Todos hemos sentido un carrusel de emociones, con el estómago encogido desde el jueves, rezando primero para que no hubiera muertos, y luego para que fueran los menos posibles. Y luego poniendo por delante a los demás, a los que estaban tocados, a los que lo habían perdido todos en unos minutos y si vida había dado un vuelco de 180 grados sin previo aviso.

Ahí hemos sacado nuestra mejor cara, la que realmente tenemos cuando queremos, y con todo el sufrimiento y la pena, hemos dado una lección como ciudad. Muy triste y muy tocado, como todos, pero orgulloso de todos nosotros. Muy orgulloso.