Mestalla, el campo más maravilloso del mundo

El Valencia es Mestalla. Y el día que nos tengamos que ir, que por desgracia está cercano, nos tendremos que llevar nuestros recuerdos y la esencia, que a fin de cuentas, es lo que el valencianismo le aporta cada vez que llena sus viejas gradas. El encuentro contra el Villarreal fue una muestra más, desde antes de empezar y hasta después de terminar. Porque lo que ocurre ahí dentro es pura magia, sentimiento, identificación con una forma de vida, con una forma vivir.

Cuando empieza el minuto de silencio por la muerte de Castellanos, y de forma totalmente espotánea, 44.973 espectadores, de nuevo una locura de asistencia, se ponen a apludir como dándole al bueno de Ángel todas esas palmas que le negamos como jugador. Cuando se ponen a vitorear a Marcelino en medio del choque, o cuando, en un alarde de una forma de ser que es muy grande, se pudieron a cantar eso de "es del Valencia, Parejo es del Valencia".

Lo que está sucediendo este año en Mestalla es algo que supera con mucho la media, y eso son palabras mayores, sin duda. Hemos entendido de forma perfecta en qué momento de la historia nos encontramos, y estamos actuando en consecuencia, como no podría ser de otra forma. Lo dijo el Pipo el año pasado y también este: "Mestalla es la clave", y así estña siendo. Por muchas cosas y en muchos sentidos. Y porque los valencianistas así lo estamos queriendo.