Cuando ir a Mestalla se convierte en algo muy especial

El partido de presentación del Valencia siempre es un día especial. Ya no es lo que era cuando me llevaba mi padre hace 40 años, de hecho hace mucho que todo es muy distinto. Pero una jornada como esta, siempre, es distinta, diferente, no tiene nada que ver con un encuentro normal. De hecho, hay mucha gente que va hoy y luego acude lo que puede a los partidos oficiales.

Es día de familias enteras, de niños pequeños, de ver caras de emoción desde cerca, de sentirse embriagado por ver Mestalla en su plenitud con un ambiente distinto, festivo, de gala de alguna forma. Ir a nuestro campo siempre es especial, siempre, pero hay días en los que lo es un poco más por las circunstancias que rodean al partido, o en este caso, a todo el acto en sí.

No entro en lo que cada uno vaya a ir a ver hoy, porque eso es algo personal, muy personal, y lo que tú tengas en mente no tiene que ser necesariamente lo que tenga yo, y sin embargo, todos acudimos a nuestra casa para ver a nuestro equipo, que es lo más importante que tenemos, hablando de fútbol. Día de inculcar a los pequeños muchas cosas, cuando además no existe la tensión por el resultado, aunque haya miedo por todo lo que nos puede pasar este año, que es una incógnita absoluta para todos.

Es un día distinto, hay que tomarlo y hay que vivirlo así, y que debe servir para sentir de mucho más cerca todas las emociones que emanan de ese escudo nuestro que tanto queremos, y cuyo cariño heredamos de padres y abuelos. Me gusta la presentación del equipo, siempre me ha gustado, y ahora, por las cosas de la vida, si cabe un poco más.