Petrer Lim, la compra del Valencia y cómo estábamos en 2014

Se cumplen 8 años del cambio societario más importante en la historia del club, que no hemos superado, entendido y asimilado

Toni Hernández | 25 OCT. 2022 | 00:04
Salvo y Lim

El Valencia de Peter Lim no tiene nada que ver con el "de siempre". Y voy mucho más allá de lo obvio, de lo que puede ser fácil a la hora del chascarrillo, del meme, del insulto, de la crítica más que merecida. Aquí hemos estado toda la vida acostumbrados a que, con la tribuna girada al palco y pañuelo en mano, las cosas que no nos gustaban cambiaban de forma inmediata. Habían caído todos, de una forma u otra, les habíamos puesto a parir aun ganando títulos, con lo que fuera Lim o fuera Lam, de aquí o de Singapur, el día que dijéramos "vete ya" sería causa-efecto.

En 2014 estábamos peor que nunca, que ya es decir, porque Salvo, que había llegado antes, tenía las manos atadas por Bankia. La caja mandaba, porque era la poseedora de las acciones de la Fundación, más del 70%, gracias al préstamo de la vergüenza, ese que gestionó Llorente, y que dio el mayor golpe de estado de la historia a la entidad. Por todo, lo lógico era ir a concurso, pero el banco perdía hasta la camisa y no consintió. La orden era buscar un inversor que pagara el crédito, ya en fallido, y comerse el resto de marrones que había pendientes. Que había y que hay, dicho sea de paso.

Ofertas hubo de varios colores y de muchas calañas distintas, y en un proceso de vergüenza, incluidas campañas de acoso y derribo público contra aquellos que no apoyaban a ciertos candidatos, y sembró odio y basura, que hoy estamos pagando. Llegó un empresario, que son buenos por ganar dinero, y se puso a gestionarlo como él entendió. Y sólo él, porque desde hace unos años, y hasta hace unos meses, ha sido todo absurdo y sin explicación. Hemos querido girarnos desde la tribuna, y en todo el campo, y sacar pañuelos, pero ahí no hay nadie, y no se va.

No hemos entendido qué somos, qué nos ha pasado. Que es normal, porque ya no asumíamos ser una SAD, por desgracia, y mucho menos tener un dueño, por más que nos duela con J la palabra. Y no, no me gusta, para nada, pero igual que digo esto afirmo que no podemos combatir un enemigo nuevo con tácticas del pasado. Sin otro inversor estamos muertos, y nosotros no los vamos a poner, porque no los tenemos. Podemos seguir matando a Salvo, que a mi entender hizo lo que debía hacer, pero como olvidemos que en 2014 el club era de un banco, no iremos en el camino correcto.