Ilusión en el valencianismo y ganas de ver al Valencia

“¿Quién se viene a Cornellà el domingo para ver al Valencia?”. La frase se está escuchando y leyendo en muchos sitios desde que se supo que el partido contra el Espanyol era el día 2 de octubre a las 14 horas. Te vas prontito a Barcelona, comes por allí, ves el partido, y para cenar, en casa. 

El plan no es nada malo, sin duda, pero para poder llevarlo a cabo hacen falta ganas de ver al equipo, de que juegue, de poderlo disfrutar. Y aunque haya a quien le siga sabiendo mal (que no digo que se alegren de que pierda, porque ningún valencianista que lo sea lo hace), esa pasión está encendida más que nunca en los últimos años.

Cuando terminó la final de Copa del Rey de La Cartuja, los que somos ya de cierta edad palpamos de forma clara que algo estaba naciendo, un movimiento fuerte, sentido, de corazón, surgido de una derrota dolorosa, como los que mi generación vimos en París hace 22 años, y sobre todo en Milán hace 21.

Nadie nos podía decir lo que venía después, porque no lo hubiéramos creído, y ni por asomo digo que sea lo que pasará ahora, que ojalá, pero esas ganas de Valencia, de equipo, de ganar sufriendo, de aprender perdiendo, esa vieja sensación vuelve a estar más viva que nunca, y no puedo alegrarme más.

No sé cuántos valencianistas habrá el domingo viendo al equipo en directo, pero tengo claro que muchos. Lo mismo que podemos decir sin miedo que, los que nos quedemos, ya estamos haciendo planes en grupo para ver el partido y comer al mismo tiempo. Y el domingo es el cumpleaños de mi mujer, no digo más por la parte que me toca…