Que Lim venda el Valencia, pero que pague otro, que a mí me da la risa

El máximo accionista venderá, pues claro, cuando alguien le compre, y a no ser que un juez diga lo contrario, esa es la única vía

Toni Hernández | 09 SEPT. 2022 | 00:02
Peter Lim

Algunos están equivocando la manera de sacar a Peter Lim del Valencia, aunque tengo claro que no es por despiste, sino por absoluto interés. Y como uno es libre de pensar lo que quiera, que ese derecho no sólo lo tienen algunos, sino que es de todos, de ese burro no me pienso bajar a menos que me demuestren fehacientemente lo contrario. Exigir sabemos exigir todos, y como se va de guardianes de la moral, y encima se supone que se deben seguir sus preceptos sin rechistar, al menos que tengan el pequeño detalle de contarnos ese plan genial que tienen guardado en un cajón varios años.

A Lim se le puede echar por la vía judicial mientras esté abierta, claro que sí, y eso lo tendrá que decidir un juez, como en cualquier procedimiento de este tipo. Aunque tengo claro que si no lo hace será que la justicia esto y lo otro, que en este país, sólo es buena cuando me dan a mí la razón. Si ese método falla, que repito, ya lo dirimirá quien lo tenga que hacer, ¿qué hacemos? ¿Seguimos armando propuestas que cada vez dividen más al entorno?

¿Continuamos con esa guerra de guerrillas a pequeña escala que puede hacer más ruido cuando el tema deportivo va peor, pero que cuando va mejor apenas si se siente? Peter Lim venderá sus acciones, pues claro que las venderá, no va a estar aquí toda la vida, ni él ni su familia. Pero las venderá, ese concepto que conlleva comprar. Con dinero, claro.

Aquí algunos quieren mandar sin poner ni uno, algo que nos pasa mucho, y viene de poco menos que toda la vida, y mucho me temo que ahora no podrá seguir funcionando de la misma forma. Determinados personajes siguen con sus castillos en el aire, o con empresarios que siempre vienen pero que nunca llegan. Y aquí seguimos, igual que desde 2014. Si nos queremos seguir engañando, fenomenal. Pero no olvidemos que hay un mundo real, y en ese, por desgracia, manda el dinero sobre todas las cosas.