El Nuevo Mestalla se acaba con hechos y no con palabras

Cambiar ls caras era algo necesario, pero si no variamos también la hoja de ruta estamos en el mismo punto que siempre

Toni Hernández | 29 JUN. 2022 | 00:02
Nuevo Mestalla

El Valencia ha cambiado todo en cuanto a los que mandan aquí. No queda nadie de los que lo hacían el día que perdimos la final de la Copa del Rey en Sevilla contra el Betis. La chapa y pintura, que eran necesarias, está más que hecha, pero ahora toca arrancar el motor. ¿Lo hemos cambiado también? Pues eso ya no lo sé, pero tampoco pido que nadie me lo cuente, porque es algo que vamos a ir viendo de manera paulatina en los próximos días y semanas.

El Valencia de Meriton hace aguas por todas partes, está roto por muchos sitios, nos duele en todas las partes del cuerpo. Hay que acabar el estadio, hay que cuadrar los balances, hay que armar un equipo… La esencia de cualquier club de fútbol. No tenemos un presidente, más allá del nombrado por el consejo de administración, no tenemos un portavoz claro (Bordalás hizo esa labor el curso pasado), no tenemos director deportivo y es algo que se dice a los 4 vientos que se está buscando…

En el Valencia ha cambiado todo, pero al mismo tiempo, nos queda la sensación de que no ha cambiado nada. Estos trucos de magia, que ya se han usado en el pasado, pudieron funcionar en algún momento, pero no es algo que vaya a pasar siempre, supongo que a estas alturas todo el mundo lo tendrá claro. Sólo hubo una vez, desde finales de 2016 y hasta marzo - abril de 2017, en la que esa “magia” sí fue real, y fue en tiempos de Layhoon Chan, cuando llegó primero Mateu Alemany (al que no recomendó Tebas pero sí apadrinó) y después Marcelino García Toral.

Ha sido la última vez que hemos tenido un proyecto con cara y ojos, con una hoja de ruta, con un plan, que luego tuvo sus cosas buenas y malas, pero que era fútbol y club al mismo tiempo. Si no tenemos algo así, y salvo que no nos lo hayan contado no tiene pinta, podemos seguir pintando el coche del color que queramos, pero no llegará desde Mestalla a Quart de Poblet, mi puedo, y eso son unos 10 kilómetros más o menos. Y por supuesto, la máxima manida del “que todo cambie para que todo siga igual”, ya no la va a comprar nadie.