La cabeza de Anil Murthy como primera medida

Con esa medida tampoco es que arregle gran cosa, de hecho, a efectos prácticos nada, pero calmar un poco las aguas sería bueno para todos

Toni Hernández | 31 MAY. 2022 | 00:02
Anil Murthy

Peter Lim ha decidido cambiar el presidente del Valencia. De hecho, es algo que debería haber sucedido, y quizá íbamos tarde, el 5 de octubre de 2019, cuando Anil Murthy mandó callar a Mestalla en un partido contra el Alavés. Por cierto, quien suscribe fue de los que pidió su cese de forma pública, porque no me viene a la cabeza una falta de respeto más grande en nadie… que haya quedado sin un castigo a la altura de la afrenta. 

El clima social que ha generado Murthy no lo recuerdo ni en los días más duros de Paco Roig, que dicho sea de paso, hoy no tendrían comparación. En aquellos meses previos a la salida de Paco, si el comportamiento hubiera sido igual que el de Murthy o Meriton, entrar o salir del estadio habría sido misión para helicópteros, porque de otra manera, imposible. También es verdad que eran otros tiempos, en todos los sentidos.

Si Lim no tiene ninguna intención de vender el Valencia, que de momento es así aunque haya un movimiento claro y rotundo para que “cambie de opinión”, lo que no pude tener es a su empresa como la tiene, que es lo más parecido que yo conozco a una casa de locos. El cambio de presidente no soluciona los problemas, porque seguimos teniendo necesidad de dinero y de que la propiedad se ponga las pilas, pero es que estamos en el punto de tener a un máximo representante al que no quiere ni ver nadie en la ciudad, bien porque no quiere asociar su imagen a él por todo, bien porque exista cierto miedo a ser señalado en caso de hacerlo. 

Y el sustituto, que tendría que ser un perfil muy concreto, y sobre todo, de aquí, sin mácula y con el respeto de todos. Y poniendo su imagen al servicio del Valencia… de Meriton, con todo lo que conlleva eso ahora mismo. No es fácil, para nada, pero el lío en el que estamos es de tal magnitud que no se pueden arreglar las cosas de otra manera… a no ser que se venga la sociedad. Veremos en qué termina todo, porque en nada no puede ser de ninguna de las maneras.