El Valencia debe comprar a Omar Alderete hoy mejor que mañana

La opción de compra se debe ejecutar de forma inmediata, e ir sentando de este modo las bases del futuro a corto plazo del club

Toni Hernández | 26 ABR. 2022 | 00:05
Omar Alderete

El primer fichaje del Valencia 22/23 debe ser Omar Alderete. Esto es algo que no se puede discutir, o a la sumo, que su compra y la de Hugo Duro sean al mismo tiempo, que de fechas andan por el estilo. El central paraguayo, al que se miró con recelo cuando llegó porque nadie lo conocía (y esto es algo que no es ni debatible), se ha ganado el respeto de todos, y sobre todo, el hecho de que se confíe plenamente en que tiene que estar en el eje de la zaga. Su jerarquía, su potencial, y sobre todo, esa sensación de que aún tiene un margen de mejora considerable (le sigue faltan una pareja de baile complementaria, pero eso es otro tema del que hablaremos con más calma más adelante), hace que los menos de 8 millones de euros que el Valencia debe abonar por él para cerrar su contratación parezcan una cifra mucho más que razonable.

Bordalás confiaba ciegamente en él, y le ha respondido con creces. Y por fin podemos decir que el club ha vuelto a fichar un defensa central de nivel, que incluso puede ser de mucho más aún. Cero dudas sobre este asunto, y si las hay, es que hemos perdido el norte mucho más de lo que todos podemos llegar a pensar. Además de todo lo anterior, el chico está totalmente comprometido con la entidad, ha caído de pie, se aja integrado de forma perfecta, y como pasa muchas veces en la vida y en el fútbol, ha encontrado su lugar en el mundo donde quizá no lo esperaba.

O al menos de forma tan clara y tan rápida. Debe ser una de las primeras piedras del proyecto deportivo, porque con él tenemos un cerrojo espectacular, que repito, necesita un complemento ideal a su lado (siempre pensando en la forma de jugar que tiene Bordalás), y que cuando lo tenga, va a ser mucho mejor de lo que ahora podemos ver todos. Entiendo que su compra estaba prevista y de alguna forma provisionada cuando se firmó la cesión, que dependía de una serie de objetivos deportivos que se debían dar sí o sí, y que ahora sólo quedan formalismos. Es lo que todos esperamos, pero siendo sinceros, todos tenemos metido el miedo en el cuerpo.