El falso fatalismo en torno al Valencia
Nunca me he visto como un equipo gafe o maldito, sino como a uno al que le gloria le cuesta más, y por eso siempre sabe mejor

No he entendido nunca ese fatalismo que se nos montamos en torno al Valencia. No me ha gustado nunca, como el triunfalismo, aunque lo primero me cabrea especialmente. Es como si el entorno estuviera esperando que nos diéramos un guarrazo de forma impertinente cada vez. El mundo meme ha hecho que estas cosas tomen una dimensión exagerada, sin duda, y repito, por alguna extraña razón que no sé controlar, como tantos impulsos relacionados con ser aficionado a este club, me cabrea de una manera poco menos que irracional. Porque encima tengo claro que es algo impostado, que nadie, o caso, piensa realmente lo que dice, pero lo acaba haciendo. Y aquí entran a jugar factores marcianos, como los gafes, los contra gafes y todas esas cuestiones a las que nos agarramos los que no podemos salir a jugar.
Yo mismo soy de mil manías, más que de supersticiones, pero creo que en mi vida he pensado que vamos a perder un partido, más o menos importante, por el mero hecho de que somos el Valencia y que a nosotros nos pasa de todo. Porque nos pasa lo mismo que a los demás, de bueno y de malo, pero muchas veces nos cuesta ver y valorar lo primero. Estamos en una final de la Copa del Rey, quizá la más inesperada de los últimos 50 años, porque (casi) hubiera apostado a que estaríamos en Sevilla el 23 de abril. ¿Eso cómo lo tomamos? ¿Que el Betis es favorito?
Pues claro, porque es mejor equipo y está mejor que nosotros, no hay otro factor más, pero eso le da una ventaja previa. Y seremos nosotros, los jugadores y los aficionados, los que hagamos bueno ese factor para ellos, o no. ¿Fatalista antes de una final? Vuelvo a contar lo mismo. Hasta los 21 años no fui a un encuentro de este estilo, sólo los veía por la tele y siempre jugaban otros. Desde ese año 1995 hasta hoy, he podido disfrutar lo que jamás habría soñado, lo que nadie ha podido experimentar como valencianista en más de 100 años de historia. El fatalismo no es un factor que puede mediatizarnos en nada y para nada, y no me vale la excusa ni del contra gafe. A por ellos, con todo, nada más.