Cuando tampoco vale que el Nuevo Mestalla tenga 60.000 espectadora o el Valencia haga lo que toca

La sensación es que es sólo una excusa más para alargar un drama, el que sea, cuando el problema parece que se puede extinguir

Toni Hernández | 20 ENE. 2022 | 07:30
Nuevo Mestalla

En el Valencia todo ha de ser tragedia. Porque además, sino haces que así sea, te conviertes en un señalado repudiado. Es muy triste, pero eso es así, y de eso no tiene la culpa Meriton, que desde luego es el máximo responsable de todo lo demás. El empobrecimiento del entorno es cosa única y exclusivamente nuestra, y le podemos dar mil vueltas, pero cuando todo está siempre mal, todo y siempre, es evidente que perdemos un tanto el norte. Porque hay dos cosas imposibles en la vida, hacerlo todo mal y hacerlo todo bien, y aquí nos saltamos a la torera uno de los dos preceptos. Aunque eso no es lo que más me molesta, forma parte de la eterna guerra de bando que vivimos en el Valencia, sino que lo que cabrea de verdad es que nada valga, es que siempre haya que buscarle la vuelta a todo, y que nunca, bajo ningún concepto, pueda haber una noticia que sea positiva para la entidad. 

Que al final se trata de eso, que mi hija come igual si ganamos o si perdemos, pero su padre está más contento cuando las cosas van bien, o al menos, no todas van mal. Sobre el aforo del Nuevo Mestalla llevamos discutiendo años. No meses ni semanas. Soy de los que insiste en que debemos ir a un campo más grande que el de ahora, aunque luego las estadísticas de los últimos 20 años me peguen una bofetada en la cara (la máxima es del año del Doblete con 45.653, y sólo 8 llenos en 18 años). Que debemos pensar en crecer, y que para eso hay que tener una casa en la quepamos más. 

Cuando el alcalde dice que la capacidad será similar, ampliable a 62.000 asientos, ¿también está mal? Que se exponga un calendario de todo, incluyendo la petición de licencias, ¿también es un problema? Que aunque sea por error lo hayan hecho como toca, ¿nos tiene que sentar mal? Porque en ese caso, lo que parece claro es que el Valencia es una excusa, no un fin, y eso resulta muy triste, muy lamentable. Aunque fuera el mismísimo demonio quien acabara el estadio, el nuestro, yo estaría satisfecho. Pero tengo claro que eso no es un pensamiento demasiado extendido entre todos. No lo entiendo, pero es evidente que es así.