Matar a Uros Racic por señalar el escudo del Valencia, no lo entiendo

Me gusta el fútbol auténtico. Me gusta que salga primero el rival y pitarle, y luego los míos y que reviente el estadio. Me gusta ir al límite y transmitir pasión a la grada. Me gusta Sergio Ballesteros agarrando la tomatera y Uros Racic dando palmadas a su escudo. Porque me gusta el fútbol. Tengo la sensación de que el buenismo se nos ha ido de la manos, y el punto de vista objetivo, más aún.

Lo que hace el serbio en el partido contra el Levante se podría haber obviado. Nadie lo discute, ni si quiera yo, que tan grave no me parece. Pero lo que no podemos terminar diciendo es que ha sido una grave falta de respeto, porque no lo es. Fue un derbi caliente, intenso, como deben ser estos partidos, y la tensión puede emerger por cualquier lado. Como también lo hizo por parte del Levante, aunque de esto se ha hablado cero.

Bordalás le riñó en rueda de prensa, y analizando en frío, en esto no estoy de acuerdo con el míster. Prefiero que sea en este tema, desde luego. Y Racic pidió perdón por el gesto, que insisto, no fue tan grave como lo hemos terminado haciendo. Por la otra parte el silencio total, que también resulta extraño. Y la opinión pública dando palos al jugador del Valencia, a nadie más. Pues ni lo entiendo ni lo comparto.