Buenos y malos valencianistas: la vergüenza de hacer válido el lamentable discurso de Anil Murthy
Esto era lo que podía pasar, porque hay demasiadas heridas abiertas y pocas ganas de cerrarlas, y vamos a pagarlo a un precio muy alto

El valencianista que fue a la manifestación del 11-D, perfecto. El que no fue, perfecto. ¿Qué se ha creído nadie para señalar y hablar de buenos y malos? Hacéis bueno a Anil Murthy, diciendo las mismas estupideces que él. Se nos ha ido la cabeza, lo digo como lo pienso, e intuyo que el monstruo se les puede ir de las manos a aquellos que lo han creado. Soy valencianista desde el día que me parió mi padre, y me moriré así, Dios quiere que dentro de muchos años. He agrupado las acciones de mi familia en Libertad VCF, y no estoy de acuerdo en muchas cosas con ellos, pero entiendo que son un colectivo básico para fiscalizar la gestión.
Me he hecho socio del colectivo, porque sin dinero tampoco tienen nada que hacer. Apoyé la manifestación del 11-D, pero no fui, ya que tenía otros compromisos previos con mi familia. En caso contrario habría ido, pero eso da igual, completamente igual. Ni estar allí me hubiera hecho más del equipo del que soy, ni no haber estado me hace menos. La bandera de “los buenos son los que estuvimos y los demás sois una mierda” es replicar a Anil Murthy con “verdaderos aficionados”. Hasta ese punto hemos llegado, qué vergüenza. Era el temor que tenía, y al mismo tiempo la esperanza. Esperaba que la marcha del pasado sábado nos uniera a todos por encima de todo, dejando bandos y guerras para otro momento, o a ser posible, enterrados para siempre.
Pero veo que no, que somos cainitas por encima de todo, que nos gusta la sangre hermana, y no lo puedo entender. Porque además da igual lo que hagas, ya que los dueños de la moral nos someten a una especie de juicio sumarísimo permanente del que no podemos escapar, y así no hay manera, es imposible. Meriton ha generado desilusión en mucha gente, pero todo esto, que ya empieza a ser también de nuestra cosecha, está provocando la verdadera desafección, porque da miedo pisar la “calle valencianista”. Miedo y mucha pena.