Tres lustros de vergüenza en el Valencia

Las obras llevan casi 13 años paradas, y en todo este tiempo, nadie ha sido capaz de poner solución a un problema vertebral

Toni Hernández | 11 NOV. 2021 | 07:00
Nuevo Mestalla

Hace tres lustros, 15 años, que el Valencia sufre la mayor vergüenza de toda su historia. Tal día como hoy, pero de 2006, en la Ciudad de Las Artes y las Ciencias, con el todo Valencia allí presente y con gente enfadada porque no le habían puesto en primer fila (eso lo vi con mis propios ojos, porque también estaba allí), se presentó el primer boceto del Nuevo Mestalla. Juan Soler elevó a realidad el proyecto de su padre, quien fue el que lo inició todo 4 años antes. Poco después de ganar la Liga de 2002, Bautista Soler se presentó en el despacho donde estábamos Julio Insa y servidor, y nos habló de su gran sueño: legarle un gran estadio al Valencia en los cuarteles de La Alameda.

Ese proyecto tenía hasta forma y diseño concreto, que también vi, pero esos terrenos tenían muchos problemas, como el hecho de pertenecer a más de 100 familias, y que la OTAN, al menos hace dos décadas, no estaba por la labor de desmantelar nada. Bautista dio paso a su hijo Juan, y todo salió mal. Todo. El plan no era malo, de eso no cabe duda. Y se dieron varios hitos. Habría que recalificar el actual estadio, del que se sacaron 90.000 metros cuadrados pisables, y con el dinero que se sacara (se pensaba en unos 500 millones de euros de aquella época, en plena burbuja inmobiliaria), pagar el campo nuevo, saldar la deuda y hacer un gran equipo. Todo iba bien hasta que la burbuja explotó y lo arrastró todo sin piedad ninguna.

Y desde que pararon las obras, el 25 de febrero de 2009, nadie, y han sido varios gestores en ese tipo, han movido nada de la futura casa del valencianismo. Y una frase que, al menos a mí, me sigue persiguiendo como si la oyera cada vez que paso por delante de ese amasijo de hierros: “si mi venta sirve para poner un solo ladrillo en el Nuevo Mestalla, habrá valido la pena”. Lo dijo Carlos Marchena, una leyenda por muchas cosas, el día que se tuvo que ir se aquí porque Manolo Llorente le echaba. Y acababa de ser campeón del mundo.