El Valencia no puede permitir que se rían de él

El Valencia tiene que hacerse respetar en el mundo del fútbol. Lo hecho en los dos últimos años, especialmente desde que salió de la entidad Mateu Alemany, y sobre todo por el lamentable verano de 2020, ha conseguido que cualquiera piense que puede venir aquí y reirse en nuestra cara. Es algo que les pasa a todos los clubes, porque esto son procesos cíclicos derivados de muy malas gestiones que conllevan este tipo de consecuencias. Pero lo que toca cuando pasa es reaccionar y volver a colocar las cosas en su sitio de manera urgente.

Lo que está pasando estas semanas con Daniel Wass es el ejemplo más claro y desgarrador de lo que estamos comentando. El jugador y sus agentes están convencidos que pueden irse de aquí poniendo migajas encima de la mesa. Incluso el propio Olympique de Marsella de Pablo Longoria (del que un día de estos habrá que hablar con calma), también parece tenerlo claro. Ofrecer por un futbolista profesional de primer nivel 750.000 euros es una especie de insulto, pero lo han hecho convencidos de que podía ser más que suficiente. Y de eso la culpa la tiene el Valencia, sin lugar a ninguna duda.

El club, al menos hasta el momento, lo cierto es que está actuando como debe, que no las teníamos todas en este asunto. Se ha negado en redondo a plegarse al deseo del jugador, y además le ha puesto la renovación como contrapartida. Es un buen movimiento, sin duda, porque encima Bordalás cuenta con él, ya que con la plantilla que tiene, Wass podría ser un jugador importante y con muchos minutos a disputar. Hay que hacerse respetar, y eso se consigue con trabajo y con las ideas muy claras.