Valencianos que quieren comprar el Valencia, con dinero de fuera, y democratizar el club

Hay gente de aquí intentando que el club cambie de manos, pero siempre asociado a capital que viene del extranjero, con lo que eso conlleva

Toni Hernández | 18 ENE. 2021 | 09:00
Mestalla

Vamos a dar por sentado que hay valencianos que quieren comprar el Valencia. Eso sí, igual que somos generosos dando esto por bueno, dejemos también muy claro que el dinero, en todos los casos, viene de fuera. Es decir, y que sirva el ejemplo sin que nadie se ponga nervioso: si servidor, nacido en el Hospital Virgen del Consuelo de nuestra ciudad, llama al Valencia para pedir cita con Anil Murthy y trasladarle una oferta de compra del club con dinero de un fondo de inversión extranjero, técnicamente un valenciano está intentando comprar el club, pero con dinero que no es valenciano.

Creo que queda muy claro, aunque tengo muchas de que todo el mundo lo vaya a aceptar de esta manera. En cualquier caso, es así, no le peguemos más vueltas, porque nadie de aquí, que tenga el dinero, quiere meterse en esto. Y para que eso cambie deben hacerlo muchas cosas que no lo harán jamás. Bien, siguiente paso. Ese valenciano que trae el dinero de un fondo, extranjero, a lo que pueda aspirar es a liderar un proceso de venta, muy distinto al de 2014, porque aquí no hay que negociar con instituciones, que es la gran confusión, sino directamente con el legítimo dueño del 84% de las acciones. Se negociará, si Lim quiere, y se llegará a un acuerdo en el precio.

Y en ese momento, ese inversor o ese fondo, será los propietarios del 84% de la entidad. Es decir, no serán los dueños pero serán los amos, aunque nos duela. ¿Y en ese momento, después de pagar lo que exija el actual máximo accionista, se va a poner a democratizar una sociedad privada que ha pagado de su bolsillo sin la ayuda de ninguno de nosotros? Si cometemos por segunda vez el mismo error, lo que ocurrió con Amadeo Salvo y Lim, es para que nos lo hagamos mirar. Somos del Valencia, somos el Valencia, pero la maldita SAD no perdona.