Las razones por las que el Valencia rozó el desastre absoluto en Terrassa

Nuestro compañero Eduardo Solivares da las claves de lo que pasó en la primera eliminatoria de la Copa del Rey... y lo que viene

Toni Hernández | 17 DIC. 2020 | 19:20
Denis Cheryshev

Reflexiones tras el Terrassa - Valencia. El partido copero invita a reflexionar profundamente y aprender de muchas de las circunstancias negativas que se vivieron y a destacar las contadas positivas que se dejaron entrever. En 20 minutos se pasó del ridículo al respiro por evitarlo.

La cruda realidad es que el partido tuvo su momento más importante cuando al jugador del Terrassa que tenía la portería a un par de metros para meter el 3-0 se le hizo de noche. Abrumado por lo inesperado. Ese gol habría derrumbado varias fichas de dominó de una tacada.

En primer lugar, habría desnudado de forma indecente a quienes asumieron que la segunda unidad de la plantilla iba a estar formada por jugadores tan intrascendentes como pasivos. Quienes quisieron tirar la Copa en 2019 este año casi lo consiguen a la primera por su gestión.

En segundo lugar, un espesísimo técnico (espero que el desastre fuera involuntario) ni acertó con el 11 inicial, ni fue inteligente dejando en el campo a Molina ni fue diligente en los cambios que se pedían a gritos. No dio una a derechas. La Copa tiene códigos especiales.

En tercer lugar, fue la triste constatación, por muy duro que parezca, de que Cheryshev, Sobrino, Mangala y Jason o son unos jetas o no son merecedores de llevar ese escudo por indolencia y mediocridad. Salvo a Correia y Manu por la intención más que por el acierto.

Los chavales hicieron lo que pudieron, especialmente Rivero con muy buenas paradas. El problema es que deben crecer jugando con futbolistas con rango y personalidad y en el once no había uno solo. El gran pinchazo de Gracia. Solo con Paulista y Soler habría cambiado el cuento.

Orgulloso de los jugadores que en pleno temporal y en un contexto hostil que se avecinaba dieron un paso adelante. Racic, Soler, Guedes y Yunus cogieron el toro por los cuernos y mostraron la vergüenza torera de quien no quiere que su equipo salga ridiculizado.

El único acierto táctico de Gracia fue reservar a Guedes para cuando los jugadores del Terrassa estaban asfixiados. El portugués, fresco y con infinitamente más calidad de sus rivales, desniveló la prórroga sin despeinarse. El problema es que casi ni la jugamos.

Al marcar el empate, dos jugadores saltaron de sus asientos y sacaron su puño con la misma rabia que todos los aficionados. Y no fue ninguno de los que había metido la pata, no. Fueron Jaume y Paulista, que tienen más corazón que todo el resto junto.

La Copa es un torneo de sorpresas. Ni creo que haya que tirarla ni hay que pensar a largo plazo. Entrar mañana en el bombo, ver el rival, hacer un once sin menospreciar al contrincante y seguir avanzando. Con actitud y seriedad. ¿Hasta cuándo? Ya se verá.