Grandes misterios de la historia del Valencia: ¿nadie vendió sus acciones a 600 euros?

Es una cuestión curiosa, porque aunque las colas eran ingentes en todos los despachos donde se compraban, parece que aquello sólo fue un sueño...

Toni Hernández | 20 JUL. 2020 | 07:30
Afición del Valencia

Yo no vendí mis acciones del Valencia como hicieron otros”. Si preguntas a casi cualquiera, ahora resulta que nadie fue a las oficinas de Paco Roig, a las de Juan Soler o a las del club, para cobrar 600 euros, o más, por sus títulos como “dueño” del club. Porque claro, las acciones fueron a parar a manos de otros por ciencia infusa, porque tenían vida propia, porque una mañana decidieron cambiar de dueño ellas mismas. Cuando negamos la evidencia es cuando empezamos a quitarnos la razón a nosotros mismos. Compramos en los 90 a 8.000 pesetas...

Algunos volvimos a hacerlo en el 97, y también en 2009 (aunque fuera una tomadura de pelo sin precedentes y una desvergüenza absoluta). Y muchos vendieron por las cantidades que he dicho antes. Muchos. Mi familia sigue teniendo las mismas acciones desde 1997, y hasta algunas siguen a nombre de mi padre, que se fue ya hace 13 años. Nos dejamos llevar por avaricia a corto plazo, y luego lo hemos terminado pagando. He discutido muchas veces con mucha gente sobre este asunto, especialmente con Chimo Ríos Capapé, y aunque todos tenemos nuestras razones y argumentos, en el momento en el que hubo una concentación de acciones, la venta del Valencia era cuestión de tiempo.

O mejor dicho, la compra. Si a eso le unimos una pésima gestión, y una ampliación de capital, la de 2009, que regaló la entidad a los políticos, era un proceso que estaba cantado. Pero el origen fuimos nosotros. ¿Cómo volver al pasado? Muy “sencillo”. Con dinero, con el que haría falta para volver a comprar todas esas acciones. Y con gente que lidere ese movimiento, que tendría que ser alguien impoluto, sin mancha ni afiliación. En este lío nos metimos nosotros, y no veo que estemos dispuestos a sacarnos salvo gritando en twitter y en la calle. Y Dios quiera que pronto en Mestalla.