Valencia, noche de Champions, noche de fiesta en Mestalla (por fin)
La fe hizo que el equipo se mantuviera en el partido y que por fin se pudiera disfrutar de una victoria muy importante en Mestalla
El Valencia empezaba su primera final europea del año jugando el 4-3-3 que le gusta a Celades, y Kang in Lee como titular. El equipo iba a por el partido, aunque el primer disparo fue rival. El juego de ataque se concentraba en la parte derecha, con Wass y Lee, y con Rodrigo entrando poco en contracto con el balón. En el 8 volvían a tener los visitantes otra buena ocasión, pero Cillessen hacía una buena parada. En el minuto 15 llegaba la primera, más o menos clara, del Valencia, con un disparo flojo de Cheryshev. Pero el equipo no estaba bien, se mostraba inseguro, y el sistema se le volvía a atragantar una vez más. Mediada la primera mitad, la pinta era muy mala. Y peor se ponía en el 25, cuando un error descomunal de Parejo dejaba solo a Osimhen para hacer el 0-1. Era el colofón a unos minutos lamentables. Y se puso aún más negro, con la lesión de Cheryshev, que daba a paso a Ferran en el 29. El equipo mejoraba, por casta y por fútbol, pero el empate no llegaba, y las ocasiones tampoco. Rodrigo tenía el empate en sus botas tras una jugada espectacular del equipo, pero el portero hacía quizá una de las paradas de la Champions. Era el 44… y en el 45 le volvía a hacer otra parada colosal al mismo Rodrigo.
Sin cambios de salida, pero intentando aprovechar el buen final de la primera mitad. Así salía el Valencia al segundo acto. Parejo podía hacer el empate de falta, pero Maignan volvía a hacer otra gran parada. Pero el Lille se volvía a hacer con el partido, y en el 53 perdonaban el 0-2. En ese momento se marchaba Kang in Lee y entraba Manu Vallejo. Se volvía a tirar de corazón, y de un gran Ferran Torres, y se daba la sensación al menos de querer. Y en el 64 llegaba la jugada que podía cambiarlo todo. Penalti claro por mano en un centro de Rodrigo, que Parejo convertía en el 1-1… a lo Panenka. Mestalla se volvía loco, y había que ir a por más. Con más corazón que cabeza, el equipo seguía en campo contrario, y rondando el área de un rival que seguía intentando atacar. Y en el 81 llegaba el éxtasis, con una jugada de fe en la que Gayà se hacia con un balón en el flanco izquierdo, su centro lo tocaba un defensor, y tras dar en el palo entraba para el 2-1. Todo daba la vuelta. Y todos perdimos el control dos minutos más tarde… el zapatazo de Kondogbia desde 25 metros para el 3-1 hacía que mucho sufrimiento valiera la pena. Faltaban 5 minutos. Y el fin de fiesta aún lo iba a poner Ferran Torres, después de una gran jugada, para hacer el 4-1, que vale su peso en oro.