Qué es no ser un buen valencianista

Se empiezan a ver muchos manuales por los medios y las redes de qué es serlo en estos tiempos, pero no se dice nada de lo contrario

Toni Hernández | 12 FEB. 2017 | 00:01

Que es ser un buen valencianista es un concepto que anda pululando por los medios estos días, porque estamos en el punto en el que si no se piensa como yo quiero, tengo la potestad de insultarte con lo que más le puede doler a un seguidor del Valencia, que le digan qué es un mal valencianista. Y por eso yo me pregunto, ya que todo el mundo se cuestiona qué es ser un buen valencinista, justo lo contrario, qué es serlo malo. Y ya sé que esto le va a molestar a mucha gente, pero siempre habrá una diferencia notable entre algunos de ellos y quien escribe, y es que uno, que ya tiene muchos años de cuartel y en el DNI, ha aprendido a respetar todas las formad de pensar, y sobre todo, a no exigir al que lo hace diferente que razone de la misma forma. ¿Lioso el concepto? Yo creo que no.

Un mal valencianista, siempre desde mi concepción de este club que es sólo mía, es el que se pasa la vida riéndose de las desgracias que pasan, de todo lo malo que sucede, ese típico amigo gracioso, se cree gracioso, que hace chistes y mofas, pero que cuando han habido finales, le ha faltado tiempo para pedir entradas. Mal valencianista es el que va al campo pensando en que lo mejor es que su equipo pierde, "y que se vaya el chino de las narices", como si una cosa dependiera de la otra. Ese es de los que cuando el equipo gana o no pierde hasta le sabe mal. Un mal valencianista es el que confunde quién manda con el club de sus amores, porque aquí, con las acciones vendidas, no hemos venido a elegir al que toma las decisiones, sino a apoyar a los que salen al verde, que representan cada semana un sentimiento. Un mal valencianista es que bajo el amparo de "estos son unos burros, los que yo propongo son mejores", aplica aquello de que cuanto peor, mejor, y en ese fango vive. Un buen valencianista irá el día del Athletic al campo, y el del Madrid, y cuando se acabe la pesadilla de año le montará al dueño un pollo que hará falta un horno como Mestalla para cocinarlo. Pero mientas, dará el callo, como buen valencianista.