Victoria del Valencia: fichajes, venta del club... ¿y sonreír un poco?

Un rato de respiro, un poco de calma, una buena cara después de tanto sufrimiento y el que queda, pero esto es un estado de ánimo

Toni Hernández | 15 ENE. 2017 | 18:48

Cuando el árbitro ha pitado el final del partido Valencia - Espanyol, todo el mundo se ha quitado un peso de encima, porque el equipo tenía una prueba primero contra sí mismo, y después contra un buen equipo, el de Quique, aunque por encima de todo, lo que tocaba era sumar para poder salir de esa zona impropia en la que no se debe estar, pero en la que se está por méritos propios. La preparación del partido, como si fuera una final porque de algún modo lo era, el ambiente en el estadio, como solo Mestalla es capaz de generar cuando se lo propone, la entrega del equipo, que es siempre el mínimo que se pide por encima de fallos o aciertos, y que se haya tenido ese puntito de suerte que hace falta en cualquier ocasión, te hace pensar que cuando a este club le quitas encabronamiento puede hacer cosas increíbles, aun estando mal.



No se puede llevar todo al extremo siempre, porque de aquí al final, jugar a este ritmo, haciendo como si fuera el partido del año, hashtag para arriba, hashtag para abajo, todo el mundo con mensajes épicos, al final no tendrá el fruto esperado, se diluirá el efecto, que es lo normal en estos casos. Tenemos que darle normalidad al fútbol, a que vaya todo bien o al menos a que no vaya todo mal, porque ese será el primer síntoma de que las cosas empiezan a rodar de forma más favorable. Es sencillo, aunque depende de los jugadores, pero también en gran medida del entorno, que puede hacer que todo sea bueno o malo, que haya guerra o menos guerra, porque los intereses no se irán nunca.