El Valencia y los goles en contra al filo del descanso

El Valencia CF tiene un serio problema con los goles en contra. Un problema que le ha hecho encajar al menos un tanto en cada uno de los partidos que ha jugado esta temporada, un mal, que arrastra desde la temporada pasada y es que, desde la victoria contra el Eibar en Mestalla el año pasado, el club ché no ha sido capaz de mantener la portería a cero, incluso en pretemporada. Goles de todas las maneras y desde todas las posiciones, pero más concretamente, el Valencia está sufriendo mucho unos goles que psicológicamente son auténticos mazazos para un equipo que no sabe levantarse, y es que se está especializando en recibir goles en los últimos cinco minutos de la primera parte, y también de la segunda.

Desde que empezó la temporada en el mes de agosto han sido siete los goles que el Valencia ha recibido al filo del descanso, provocando un mazazo emocional enorme. Rubén Castro en el 38’, Aduriz en el 41’, Gaizka Toquero en el 45’, Carlos Castro en el 41’, Emre Colak en el 45’, Facundo Roncaglia en el 43’ y Mehdi Carcela en el 45’. Además, si sumamos los goles de Marko Livaja en el 88’, el de Rubén Castro en el 90’, el de Gameiro en el 90’ y el de Leo Messi en el 90’, el resultado se magnifica. El Valencia sufre desconexiones en casi todos los partidos, que le cuestan muchísimos puntos, y que suponen golpes a la moral muy grandes. Y es que un gol justo antes de llegar al descanso, cuando más centrado debe estar un equipo, “vale doble”. El técnico tiene que cambiar todo un esquema táctica y salir de otra manera completamente distinta, cambiar un discurso por completo, y provoca que la primera parte, se vaya completamente a la basura. De hecho, en tan sólo dos de esos partidos en los que ha encajado en los últimos minutos del primer tiempo, el equipo ha salido con los tres puntos (Sporting y Alavés) y en dos ha empatado (Deportivo y Granada). La suma por tanto es de 2V, 2E y 3D, ocho puntos de 21 posibles. El Valencia sufre muchos males, pero este, en especial es como poco llamativo, y realmente sintomático de la facilidad del club de Mestalla para desconectar en fases grandes del partido.