El Valencia y su entorno: informaciones interesadas y opiniones libres

A los 42 años de edad, y 22 en la profesión de contador de cosas, uno aprende todos los días, y no le da lecciones de nada cualquiera

Toni Hernández | 07 SEPT. 2016 | 00:01

El Valencia es un club complejo, lo es desde que lo conozco, y cuando empecé en esto del periodismo, allá por 1994, me di cuenta que lo era todavía más cuando lo conoces por dentro. Recuerdo a un buen amigo que me dijo una frase que tengo grabada: "lo mejor que le puede pasar al fútbol y al Valencia es que no se conozco cómo es realmente". Cuando me la dijeron no la acabé de entender, pero con el tiempo, te das cuenta que es una verdad como un templo. Cuando yo empezaba el periodismo era lo importante, contar las cosas que pasaban, que hablaran los que realmente eran protagonistas. Ahora hemos pasado a un show en el que los periodistas somos la noticia, por encima de todo, y eso es un síntoma claro de que algo no va bien, nada bien.

Otra cualidad de este nueva raza de periodismo valenciano es la de dar lecciones como si hubiéramos ganado algún premio o trabajáramos en el New York Times, como mínimo. Esa enfermedad de creerse el ombligo del mundo cuando no llegas ni a pelo de ese sitio donde la espalda pierde su casto nombre. Aquí todos somos currante, soldaditos de a pie, y cada uno hace el periodismo que quiere o el que puede, y que no se nos olvide una cosa muy importante: las exclusivas no existen, no han existido nunca. Existen las filtraciones cuando tienes las cosas de cara o te deben algo. Recuerdo cuando Julio Insa y servidor entrevistamos en exclusiva a Ariel Ortega... Nos pasó el teléfono Paco Roig, que estaba con él. Ese fue todo nuestro mérito en aquella "exclusiva". Y que nadie me toque a mi Paco.

Cuando ves las cosas con la perspectiva de los años y de un ángulo más amplio te das cuenta de muchas cosas. En descargo de todo tengo que confesar que sin esa distancia y en el día a día de este oficio es casi imposible, pero es que luego la gente nos pone a parir, nos juzga por si acertamos un fichaje o no, y no por contar que se habla con ese fichaje, o que se ofrece, o que se negocia, o que hay un desarrollo de las cosas. Nos juzga por el fin, no por el proceso, y eso es culpa nuestra, porque pensamos más en ser las estrellas del circo en lugar de ser quien cuente las cosas. Aquí nadie está para dar lecciones, sino más bien para recibirlas, estar calladitos, y aprender mucho cada día.