Una leyenda del Valencia que no necesitó marcar goles para serlo

Se va, se jubila, y una parte de todos nosotros se va con él, porque quien tiene cariño a este tío tan grande, sabe qué significa en en este gran club

Toni Hernández | 13 AGO. 2016 | 11:53

Bernardo España, Españeta, el utillero más grande de la historia del fútbol mundial, y desde hoy, una leyenda del Valencia que no ha necesitado marcar ningún gol para ser el tipo más venerado, en las buenas y en las malas, por la afición de Mestalla. Se va, se jubila, por fin hace caso a su mujer y se va con ella a vivir un poco la vida, esa que durante 55 años ha dedicado al club de su vida, con momentos increíbles y otros que mejor guardar en el recuerdo interno, porque si el gran España escribiera un libro, el récord de ventas podría ser curioso. Esta semana se ha escrito mucho sobre alguien a quien entrevistar es imposible, porque ser pone nervioso, se emociona, y no puede aguantar tener un micro delante. Pero cuando uno tiene la oportunidad de poder sentarse con él, de compartir viajes, vivencias, charlas en colas de aeropuerto, cuando una buena persona se ocupa de que todo el mundo esté bien aunque no sea jugador, la visión que tienes de su figura se dimensiona hasta puntos que no se pueden explicar.

Igual que no se puede explciar el Valencia sin él, porque todo será distinto, porque es un referente, porque cuando yo era un niño y ya tengo 42 tacos, ver cómo Españeta hacía un control en la banda cuando un balón se iba era aplaudido a rabiar por el estadio, y es que forma parte de la vida de muchos. En mi carrera profesional he tenido la suerte de vivir momentos inolvidables, pero hay algunos que son para mi oro puro. Uno es una entrevista que pude hacer en Mestalla a Vicente Asensi, miembro de la delantera eléctrica, y Antonio Puchades, y otro es un día, facturando maletas, cuando el gran España vino y me dijo despacito al oído, "dile a Julio que os veo todas las noches, pero no metáis tanta caña a los chicos, que son buena gente". Se va una parte de mi vida, de la de muchos, y el mejor homenaje que podemos rendirle es no olvidarle cuando termine la noche de hoy.