El Levante gana al Atlético y revoluciona la Liga BBVA

Pese a que los colchoneros siguen dependiendo de sí mismos, la victoria granota da posibilidades a Real Madrid y FC Barcelona

Redactor Jefe | 04 MAY. 2014 | 20:04

Es una cuestión empírica porque cuenta con precedentes que marchan en una misma línea y porque hay una experiencia detrás que avala la imagen aterradora que puede llegar a generar el Levante sobre los ojos de los equipos más distinguidos del universo de la Primera División. El Ciutat se ha convertido en un territorio hostil para los grandes de la Liga BBVA. A los siete minutos de la confrontación el Atlético de Madrid ya había adivinado el tipo de tarde que se iba a materializar sobre el césped del Estadio de Orriols con el entorchado de la competición liguera en juego y ante una nutrida representación atlética en las gradas. Nada parecía sencillo para el grupo de Simeone.

El Levante propone guerra. Su mirada parece más penetrante, sus garras se afilan y su rictus presagia batalla cuando los jugadores azulgranas se posicionan sobre el campo ante los clubes de la clase más elevada del campeonato. El Real Madrid ganó en el último minuto, el Barça cedió dos puntos y el Atlético salió desnortado del coliseo granota. La Liga adquiere un punto de emoción superlativo a falta de dos jornadas para el cierre del curso. La cabecera de la clasificación general vuelve a comprimirse y los estamentos afines al levantinismo disfrutaron con una victoria convincente que recuerda todo lo que puede llegar a hacer este equipo.

El Levante saltó a la superficie del terreno de juego con la permanencia totalmente atada. Desde la tarde-noche de ayer, tras la derrota de Osasuna, conocía oficialmente su continuidad en la Liga de las Estrellas. Y nada mejor que homenajearse y agasajar a los fieles con un triunfo de lo que se recuerdan con el paso del tiempo. La película del partido advertía de los condicionantes que rodeaban a la cita. El Atlético, fortalecido por sus aficionados que tomaron los alrededores de Orriols desde las primeras horas de la mañana, llegaba a Valencia con la intención de dar un golpe mortal a la Liga. El triunfo se convertía el pasaporte hacia el espacio mágico en el que habitan los Dioses. Es obvio que el triunfo allanaba el camino del título. Su estado anímico parecía fortalecido tras los hechos acaecidos en Londres. El Atlético fustigó al Chelsea para acceder a la Final de la Liga de Campeones. No obstante, el desafió del Ciutat tenía enjundia.

Quizás sobre el cielo de Orriols se encontraban dos representaciones que dominan códigos muy parejos. Las constantes que alumbran a cada equipo son perceptibles y reconocibles. Es evidente que el Atlético de Madrid multiplica, respecto al Levante, un componente fundamental como es la reserva de calidad de una plantilla repleta de internacionales, pero los jugadores azulgranas no se amilanan ante retos de semejante calado. No hay miedo, ni pánico al vacío en este tipo de enfrentamientos a priori tan desiguales. Y el Atlético conocía el paisaje que debía recorrer. Así que el partido siguió los parámetros establecidos, Fue un duelo afilado entre dos grupos que hacen de la intensidad y de la pelea sus principales signos de identidad. Caparrós compuso una medular repleta de musculo con la incorporación de Sissoko a un espacio dominado tradicionalmente por Pape Diop y Simao Mate. El Levante retomó su versión más consistente y característica.

Fue un equipo rocoso y tremendamente solidario en el esfuerzo. Pertrechado sobre sí mismo, no dudaba en salir a la contra para llegar con velocidad a los dominios de Courtois. En ese sentido, el segundo gol se gestó a partir de una salida endiablada desde atrás. Fue un gol que podía llevar impreso la marca atlética ante la génesis. La escuadra de Simeone acusó la diana en propia puerta de Filipe Luis en los albores de la cita. No es fácil jugar con el resultado en contra con tanta presión emocional. Simeone trató de transformar a su equipo en la reanudación con la entrada de Arda y Adrián, quizás en un síntoma inequívoco de los problemas que se acumulaban. El Atlético que apostó más por el balón en largo del primer acto trató de amansar la pelota y llegar con el esférico controlado a las cercanías de la meta de Keylor. El meta granota estuvo inconmensurable durante los noventa minutos. Reseñable fue la manopla que extrajo tras un disparo que se envenenó de Alderweireld. Y el palo escupió una descarga de un atacante rojiblanco. Para entonces el Levante ya saboreaba la victoria tras el segundo gol de Barral.