Kiev, verano del 42

El Start FC prefirió morir antes que perder un partido. Contamos la legendaria historia del equipo de Kiev antes de la visita del Valencia

Francisco Ortí | 19 FEB. 2014 | 08:07

Cerca del Estadio Lobanovsky, donde este jueves el Valencia se medirá al Dinamo de Kiev en la Europa League, se levanta un monumento en honor a once trabajadores de una panadería que hicieron historia y que ahora son considerados como héroes en Ucrania. “Los deportistas que con su lucha y su honor contribuyeron a la liberación de nuestra patria y a la derrota de los invasores alemanes”, reza una placa a los pies de la estatua.

La gesta de los once panaderos se produjo en 1942, cuando el Imperio Nazi ya había extendido su veneno sobre suelo soviético. Tras izar la Swastika en Austria e invadir Polonia, Adolf Hitler decidió dar un paso más y atacar a la Unión Soviética. Media Rusia, Bielorrusia, Letonia, Lituania, Estonia y Ucrania sucumbieron al nazismo. Kiev, en concreto, fue tomada por el ejercito nazi el 19 de septiembre de 1941. Mientras Kiev sobrevivía a duras penas convertida en un nido de miseria bajo el yugo del Tercer Reich, recibía cientos de prisioneros de guerra liberados. Estos eran obligados a vivir en la más absoluta indigencia. No se les permitía trabajar, ni cobijarse en casas, por lo que se les condenaba a malvivir como mendigos, soportando las bajas temperaturas de la capital ucraniana.

Sin embargo, no todo era desgracia en Kiev. A Josef Kordik, un panadero de origen alemán, le funcionaba muy bien el negocio desde que sus compatriotas estaban en el poder. Un día, mientras recorría las desdibujadas calles de Kiev, Josef adivinó una cara familiar en uno de esos mendigos que se arrastraban sobre la nieve. Estaba demacrado, con visibles síntomas de desnutrición y androjoso, pero no había duda, era él. Era Nikolai Trusevich, otrora gigantesco portero del Dinamo de Kiev e ídolo futbolístico de Josef.

El panadero quiso ayudar a su ídolo. Poco quedaba de la imponente figura del guardameta, pero Josef estaba obligado a tenderle la mano como agradecimiento por lo que le había hecho disfrutar defendiendo la portería del Dinamo de Kiev. Iba contra la ley, pero contrató a Trusevich como barrendero para su panadería y le pidió que buscara a sus compañeros del Dinamo de Kiev porque también podría rescatarlos de las frías manos de la indigencia. Desde que la liga ucraniana había sido suspendida por el régimen nazi los jugadores del Dinamo de Kiev no se habían vuelto a ver, pero cuando la necesidad aprieta se producen milagros. Trusevich reunió a siete ex compañeros Nikolai Korotkykh, Mikhail Putistin, Ivan Kuzmenko, Makar Goncharenko, Mikhail Sviridovskiy, Aleksey Klimenko y Fedor Tyutchev, y a tres jugadores del Lokomotiv de Kiev Vladimir Balakin, Vasiliy Sukharev y Mikhail Melnik. Unos presentaban un cuadro médico más grave que otros, pero sus cuerpos delataban que aquello de comer pertenecía a tiempos muy lejanos

El sentimiento altruista no tardó en desaparecer en Josef Kordik. El panadero vio la posibilidad de hacer negocio gracias a sus empleados y le ofreció al gobierno alemán disputar una serie de amistosos contra sus trabajadores. Todas las partes saldrían ganando con el acuerdo. Kordik percibiría gran parte de los ingresos por la venta de entradas y el Tercer Reich aprovecharía para demostrar la supremacía de la raza aria a través del deporte de moda. ¿O acaso un rastrojo de desnutridos ex-jugadores iba a ser capaz de imponerse al poderoso ejercito alemán?

Así se fundó el Start FC, formado por los trabajadores de la panadería de Kordik. Se enfundaron unas raídas camisetas rojas y saltaron por primera vez a un terreno de juego el 7 de junio de 1942. Ganaron por 7-2. Pese a estar enfermos y cansados por su excesivo trabajo en la panadería, los jugadores del FC Start no bajaron el ritmo en sus posteriores encuentros y también golearon a húngaros y rumanos, humillaron con un 6-0 al ejército alemán y vencieron por partida doble al MSG húngaro. El 6 de agosto se enfrentaron a una representación de la Luftwaffe (fuerzas aéreas alemanas) y también salieron triunfantes. Tantas victorias de un grupo de famélicos ucranianos no suponía una buena publicidad para el régimen nazi, que decidió cortar el problema de raíz.

El 9 de agosto de 1942 estaba todo preparado para que por fin llegara la primera derrota del Start FC y los nazis pudieran respirar tranquilos sabiéndose superiores. El rival estaría formado de nuevo por la Luftwaffe, el árbitro haría la vista gorda ante las posibles faltas de los alemanes y los jugadores ucranianos habían sido advertidos de que si ganaban lo pagarían con la vida. Antes del encuentro, el árbitro entró al vestuario del Start FC e hizo una petición: “Soy el árbitro, respeten las reglas y saluden con el brazo en alto”. Obedientes, las once camisas rojas saltaron al césped de un repleto Zenit Stadion -actualmente se conoce como Start Stadion- y levantaron sus brazos. Cuando todos esperaban escuchar ¡Heil Hitler!, los once jugadores bajaron sus manos al pecho y de sus gargantas brotó ¡Fizculthura!, un eslogan soviético a favor la cultura física.

Según recogió la prensa local “fue un partido entre el Start local y el Flakelf, un encuentro en el que lo de menos fue el resultado. Fue un partido lleno de deportividad e igualdad. Felicidades a ambos bandos“. Lo de menos era el resultado porque el Start FC volvió a ganar, goleando por 5-3 a los alemanes y provocando las burlas de quienes presenciaban el encuentro desde las gradas. Fue una completa humillación para los alemanes. Incluso, se recuerda Klimenko emuló a Sindelar y tras regatearse al portero rival prefirió no marcar y volvió al centro del campo, como gesto de burla. Años más tarde, el periodista Andy Dougan bautizó este encuentro como “el partido de la muerte” por su fatal desenlace.

Y es que esa derrota colmó la paciencia del regimen nazi. Pocos días después de la humillación la GESTAPO se presentó por sorpresa en la panadería de Kordik y arrestar a los trabajadores ilegales, a los once jugadores del Start FC. Unos fueron torturados, algunos asesinados, otros murieron en el campo de concentración de Sirtez. Sólo Goncharenlo, Tyutchev y Sviridovsky lograron sobrevivir, pero tras la guerra les tocó vivir una nueva pesadilla al ver que el gobierno soviético, aquel por el que habían arriesgados sus vidas consideraba que habían confraternizado con el enemigo por haber jugado a fútbol con ellos.

Aunque no se lo reconocieran, tal vez ni ellos mismos lo pensaran, pero los once jugadores del Start FC fueron héroes que lucharon por sus ideales con valentía y no se dejaron doblegar ante la violencia. Kiev, verano del 42, el verano en el que once panaderos formaron que un equipo que venció a los fusiles y al olvido.

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