La gran mentira de Canales

Traicionó la confianza del Valencia CF y su primera opción siempre fue ir al Villarreal

Dani Meroño | 04 FEB. 2014 | 12:05

Talento innato, calidad especial y un jugador diferente. Adjetivos que definen a la perfección a Sergio Canales, un futbolista que ha abandonado con más pena que gloria un Valencia que le brindó una confianza que el cántabro no solo traicionó, sino que utilizó para intentar marcharse al Villarreal.

El cántabro fue presentado como nuevo jugador de la Real Sociedad y, en su intento de agradar a las masas, soltó una mentira tan grande como su talento: "Mi primera opción fue siempre la Real Sociedad". Algo que sería cierto siempre que le preguntaras a su agente, Antonio Mendoza, quien abogaba porque se marchara al conjunto donostiarra pero que, en el fuero interno del propio jugador, él mismo sabía que la idea siempre fue irse rumbo a Castellón convirtiéndose así en una enorme falacia.

Y lo es porque Canales estuvo intentando hasta última hora para marcharse al Villarreal CF. El joven centrocampista cántabro presionó al club y al conjunto amarillo para que, vía Real Madrid, se realizara una operación a tres bandas con el objetivo de que el conjunto merengue ejerciera su derecho de tanteo y luego fuera revendido al Villarreal.

Tanto es así que José Manuel Llaneza y Fernando Roig lo intentaron hasta que vieron que el Valencia se cerraba en banda -devolviéndoles la de Bruno- y finalmente el club amarillo decidía apostar -sabiamente- por contratar a préstamo a Oliver Torres, una de las promesas del fútbol español. Después, cuando vio que no se resolvía la operación, amagó o amenazó con quedarse en el Valencia CF a pesar de que Pizzi ya no quería contar con él. Una medida de presión que le sirvió para salir, no donde él quería, pero sí donde tuviera minutos -o al menos eso cree, algo que no tengo tan claro-. Esas son las ganas que tenía Sergio Canales de jugar en la Real Sociedad.

Porque si hubo un equipo que confió en él desde el principio fue el Valencia CF. Primero con su cesión y compra, apostando primero por traerlo a préstamo y luego adquiriéndolo en propiedad por ocho millones de euros a pesar de que durante ese año se rompió en varias ocasiones y apenas completó cinco partidos seguidos. Un jugador que no fue ni sombra de lo que proyectaba en el Racing de Santander y que no terminó nunca de explotar en el conjunto de Mestalla traicionaba una confianza que pasaba por ser uno de los estandartes del proyecto y de las imágenes corporativas del club.

Una apuesta de futuro que Canales dejó de ser en el preciso instante en el que manifestó a su entorno que se quería marchar porque creía que no iba a jugar, bajando los brazos y dejando de pelear. Justamente todo lo contrario que su amigo y vecino Pablo Piatti, vivo ejemplo de que si quieres, puedes.

Sea como fuere Canales se marcha del Valencia por una cantidad ridícula para lo que podría haber supuesto un jugador de su talla -siempre sobre el campo- ya que 3,5 millones y un porcentaje de la futura venta parece poco. No obstante en Valencia lo tienen claro.

A pesar de que le han pagado un tratamiento y recuperación de sus maltrechas y desgastadas rodillas, no queda mal sabor de boca por la salida del cántabro ya que quien no quiera estar en Mestalla lo mejor es que se vaya. Sobre todo si se trata de un futbolista tan mentiroso dentro y fuera del terreno de juego como Canales. Es una de esas mentiras que tiene el fútbol.