Empate a nada entre Levante y Rayo (0-0)

Mal partido de los de Caparrós

Redactor Jefe | 01 FEB. 2014 | 22:08

No encontraron la ruta del gol ni el Levante, ni el Rayo en el Ciutat de València en un partido que, paradójicamente, contó con infinidad de apariciones de las dos escuadras por las inmediaciones del gol. Así de paradójico puede llegar a ser el fútbol en sus manifestaciones y en su concreción final. No hay lógica posible en su evaluación.

Al gol se puede llegar por muy diversas vías y accesos, pero ni la representación rayista, ni los jugadores de Joaquín Caparrós fueron capaces de aprovechar el excedente de las oportunidades generadas en las cercanías de los marcos defendidos por Rubén y Keylor Navas a lo largo de noventa minutos de pasión. Los conductos con destino hacia el gol estaban totalmente obstruidos.

Al contrario de los hechos acontecidos en Sevilla, a los atacantes granotas les faltó fluidez e instinto asesino. Así que la confrontación se cerró con una igualada con un sabor antagónico para cada uno de los contendientes puesto que acerca al Levante a la frontera de los treinta puntos y al umbral que marca la permanencia en la máxima categoría mientras que el Rayo sigue instalado en la zona más boscosa de la clasificación sin reducir dígitos con uno de sus adversarios más directos.

El Ciutat homenajeó a Luis Aragonés en los prolegómenos de la confrontación. La disciplina del balompié recordó a uno de sus referentes en tiempo presente. Fue el preludio de la confrontación. De inmediato, los dos equipos se zambulleron en la disputa de un partido anotado en rojo en sus respectivos calendarios. La segunda vuelta acaba de nacer y cada confrontación adquiere un contenido salvaje ante el valor de cada victoria o derrota.

De ahí quizás la validez del discurso granota en la valoración de la igualada. No tardó el Ciutat en comprobar cómo se las iban a gastar dos entidades de miradas antagónicas cuando cruzan los márgenes del vestuario para situarse sobre el verde. Y de concepciones alejadas desde una perspectiva estilística. Quizás el Rayo perdió en Orriols parte de la retórica que ha presentado en otras confrontaciones con el balón pegado a los pies.

En ese sentido, sus movimientos fueron mucho más directos. Hubo menos recorrido en posiciones más desamparadas y peligrosas del campo, pero pronto se ancló en la línea de medios a las botas de Trashorras. Y el mediocentro tiene un ADN muy claro. El jugador gallego tiene querencia a manejar el cuero con solvencia. Por su parte, el Levante era fiel a sus postulados. Organizado en tareas defensivas, no necesita laborar en exceso para plantarse en las cercanías de la meta contraria. Y el partido fue resumiendo las respectivas filosofías de cada contendiente. Atacó de salida con mayor peligrosidad el Rayo.

La escuadra vallecana tocaba con profusión para adentrarse en los dominios de Keylor Navas. Baena estrelló un disparo en el poste del arco granota y Keylor apareció para atajar el posterior rechace. Minutos después Larrivey bajó el cuero con el pecho en el interior del área local y extravió el remate. Trashorras y Keylor se citaron en un golpe franco que extrajo lo mejor del repertorio del arquero de Costa Rica.

El Levante respondió a achuchones. No necesita enhebrar demasiado juego para proyectarse hacia la geografía contraria del rectángulo de juego. Una combinación entre El Zhar y Barral recordó que el Levante se comporta como un espíritu libre; en cualquier momento es capaz de llegar al gol. No fue un partido repleto de heráldica. Ni un compendio exacerbado de estética, pero no hubo espacio para el bostezo. El balón marchaba de un extremo hacia otro del campo. Atacaba el Rayo y respondía a impulsos el Levante, principalmente por parte de Barral.

El atacante estuvo presente en todas las ocasiones generadas por el bloque que prepara Caparrós. Nadie mejor que Barral interpreta el libreto del preparador azulgrana. Su condición de gladiador le llevó a luchar contra la defensa rayista. Fue una actuación contundente, si bien le faltó el gol que lo acarició de cabeza, en un remate sobre la marcha que se elevó por encima de la meta de Rubén y en una llegada desde atrás que le sacó el guardameta madrileño. Para entonces, el partido entraba en su ocaso, el resultado comenzaba a tener un valor añadido. A los hechos sobre el campo había que añadir otros aspectos como mantener la distancia con un rival que lucha por la permanencia o conseguir la tendencia del goal-average.