Barral doblega al Elche CF (2-1)

El Levante UD remontó el partido

Redactor Jefe | 14 DIC. 2013 | 06:25

Cuando la congoja parecía instalarse en el Estadio Ciutat de València. Quizás cuando menos indicativos existían del Levante sobre el verde. Posiblemente cuando mejor argumentación manejaba el Elche para anclarse a un partido que ya dominaba tras la diana alcanzada por Sapunaru, apareció David Barral sobre el verde del coliseo de Orriols.

El atacante parecía desesperarse en la intersección del medio del campo acompañado por el cuarto colegiado. El Elche tocaba con infinita parsimonia ante la mirada encendida del atacante andaluz desde la banda. El balón no se perdía por la línea de fondo y su inclusión sobre el tapete verde se demoraba. Barral no es un tipo que se arredre ante nada.

Los contratiempos parecen activar sobremanera su sistema nervioso como demostró en su estreno en el partido. Después de perder el cuero en el eje del ataque viró hacia atrás y luchó con la osadía que únicamente mostrarían los guerreros cruzados para rebañar el esférico en la zona de medios levantando a la grada del Ciutat. En ese instante del duelo, el feudo del barrio de Orriols y el Levante necesitaban señales para edificar un nuevo duelo que manejaba con extremada solvencia el Elche. Y nadie mejor, ni con más fe, ni con más pasión que Barral para reinterpretar el enfrentamiento. Apenas cuatro minutos después de abandonar las brumas del banquillo gritaba el gol de la igualada. En la recta final de la confrontación alejó de raíz los fantasmas y los temores que se cernían propiciados por una funesta racha de resultados adversos.

La noche determinó un choque de estilos entre dos escuadras con caracteres antitéticos cuando se posicionan en el rectángulo de juego. El fútbol es un fenómeno que, en ocasiones, hay que analizar desde diversos prismas que se alejan del estrictamente futbolístico. El coliseo azulgrana medía a dos equipos con unos registros muy similares en la clasificación. Desde diversos cauces y con metodologías diferentes transitan por la zona media de la clasificación con equidad en sus registros; diecisiete puntos en la previa. Sin embargo, el gran matiz está en la cuestión mental. Mientras el Levante parecía un equipo atormentado por la secuencia postrera de resultados, el Elche alcanzaba la cita totalmente liberado y con unas percepciones colectivas distintas. Dos maneras de entender el fútbol, dos proposiciones en la lucha por un mismo fin.

En cierto modo, los dos bloques cumplieron con las perspectivas manejadas. El Elche en un equipo de autor con el sello inquebrantable de Fran Escribá. Ni el entrenador, en su estreno, ni el grupo, en su regreso a la elite, son ajenos a las leyes que imperan en la máxima categoría. Es un bloque, en la expresión principal del término manejado, que compite sin generar dudas. La escudería ilicitana refrendó en el Ciutat el cuidado con el que maneja el balón, sus intentos por dominar los duelos en base a la tenencia del esférico y el peligro que entraña en las acciones de estrategia. El Elche se ancló en los pies de Carlos Sánchez y se movía de manera cartesiana tratando de buscar la superioridad por las bandas. El mediocentro, convertido en el guía espiritual del Elche, aceleraba o pausaba el cuero en función de los intereses manejados. El equipo de Escribá conoce cuál es el fútbol que desea practicar y trata de aplicarlo. El hecho no es un reproche. Al contrario.

El Levante, aunque con distintas variaciones en el once inicial, no se salía del formato exhibido en otros enfrentamientos. Rigor academicista en tareas defensivas y seriedad táctica como fórmula magistral para intentar llegar con velocidad a la meta de Toño. Sapunaru heló el corazón de los moradores de Orriols con un remate que Keylor palmeó aunque acabó alcanzando la red. Minutos después, Baba se desplomó sobre el verde reclamando el cambio. Fue el momento de Barral. El ariete llegó a tiempo para contagiar al resto del equipo con el espíritu indómito que le caracteriza y mudar el semblante del duelo. La esencia de ese carácter y esa alma insurrecta se materializó en el remate que significó el empate tras un centro de El Zhar desde el costado izquierdo. Barral fintó ante el defensor para dejarle clavado y buscar el palo largo del arquero ilicitano.

Barral bailó claqué en el interior del área ante su oponente. El Levante afrontó el capítulo final con mayor determinación e intrepidez. Adelantó unos metros la presión en la salida del cuero del Elche y comenzó a merodear con mucha más intensidad la meta foránea. Rubén coadyuvó al cambio tras saltar al verde en el arranque de la reanudación. El grupo azulgrana encontró un filón por el costado izquierdo con Nikos. El lateral se proyectó con firmeza en ataque. Era un cuchillo hiriente. El defensor se plantó en sendas ocasiones ante el portal de Toño. El cancerbero respondió con determinación conjurando el peligro. Cuando el duelo expiraba, Xumetra conectó con Pedro Ríos y el centro del andaluz lo remachó Barral para finiquitar cuatro derrotas consecutivas y alcanzar un triunfo terapéutico que sitúa al Levante con veinte puntos.