Karlsruhe, el Valencia vuelve a la casa de los horrores

Vuelven a enfrentarse en Alemania

Jose Hernández | 13 JUL. 2013 | 10:32

El Valencia Club de Fútbol 2013-14 disputará su primer encuentro de pretemporada en el Wildparkstadion de la ciudad alemana de Karlsruhe, un escenario inolvidable para el valencianismo ya que en noviembre de 1993 el equipo vivió allí la noche europea más negra de su historia.

El joven Paco Alcácer tenía poco más de dos meses de vida cuando el fatal desenlace ocurrió. El futbolista defiende ahora la camiseta de un club que vio amenazada su estabilidad con aquel resultado que le eliminaba de la Copa de la UEFA 1993-94; es fácil que ignore la dimensión de lo ocurrido, aunque en el entorno valencianista la palabra Karlsruhe nunca quedó relegada al olvido.

El Valencia llegó como líder a Alemania, sin Lubo Penev (sancionado) aunque con la certeza de que un buen resultado en tierras germanas serviría para prolongar la excelente trayectoria que había comenzado tiempo atrás en Nantes. Pero fueron llegando los goles. Uno, dos...tres al descanso. Una mala disposición de los futbolistas; la empanada europea provocada por un ambiente hostil rezaban los más optimistas. Pero tras el refrigerio llegó el cuarto, y el quinto, y el sexto...hasta siete, en un auténtico festival alemán que había reducido al Valencia a lo más ridículo del escalafón.

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Sempere fue el portero que tuvo que recoger el balón de la red tantas veces como los delanteros del Karlsruhe se acercaban a la portería. En defensa Camarasa y Giner, dos valencianos que ondearon la bandera blanca por Europa, aunque no la del Valencia, sino la que reclamaba tregua a sus verdugos. Lejos quedaban aquellos defensas valencianos que fueron en su día la gloria del club y encendieron la admiración de media Europa; los Piquer, Mestre, Arias...la gloria y el escudo del Valencia quedó mancillado para siempre en el Wildparkstadion. También estaba Belodedici, la caricatura del jugador que dos años antes había construido desde la parte de atrás el juego del Estrella Roja; el excampeón europeo que nunca justificó en Valencia su fama.

Y en el centro Tomás, el histórico y genuino Tomás González. Un futbolista de raza, del que la grada esperaba siempre un último zapatazo, una jugada que hiciera honor al tipo de jugador con el que todo el mundo le asociaba. En Karlsruhe desapareció la fuerza ibérica y el talante de leñador con el que Tomás asustaba a sus rivales en la liga, ¿y Fernando?

Fernando Gómez era el valenciano más talentoso de aquel equipo, un futbolista especial que no tuvo suerte. Lo cierto es que en partidos importante no aparecía el mejor Fernando, o por lo menos no lo hacía con la capacidad deslumbrante que exhibía en otros encuentros. Fernando no ganó finales y casi no las jugó. La razón de ello fueron partidos como el de Alemania en aquella fría tarde de noviembre de 1993.

También estaba Mijatovic, el montenegrino que había deslumbrado desde su llegada a España. Aquella noche le pudo la presión y tampoco ayudó la nula capacidad del Valencia para llevar el balón al área contraria. Aunque los pocos balones que llegaron tampoco tenían a un jugador certero que fuera capaz de aprovecharlos.

Lubo Penev había sido la estrella del partido de ida (el Valencia ganó 3-1 y el bulgaro marcó dos de los goles), pero una amarilla le dejó fuera de la vuelta. Era la hora de Juan Antonio Pizzi, el hispano-argentino no había contado con demasiadas oportunidades, y por fin podría presumir de minutos en un marco incomparable como la Copa de la UEFA. De la actuación del de Santa Fe mejor no hablar.

Y los demás jugadores que pasaron a la lista negra de la historia continental del Valencia fueron: Quique Sánchez Flores, Eloy Olaya (el de México 1986), Pep Serer y Pepe Gálvez (el héroe de la primera eliminatoria ante el Nantes). Personalizar en la actuación individual de cualquiera de ellos no sirve para explicar un resultado como aquel. El 7-0 destrozó al Valencia, lo mandó directamente al cajón desastre de despropósitos y fue el preámbulo del adiós de Hiddink como técnico del Valencia.

El club limpió su imagen con el tiempo, consiguiendo llegar donde nadie hubiera apostado que lo haría nunca (finales de Champions). Incluso tuvo una pequeña vendetta con aquel 7-0 al Genk en la Liga de Campeones.

Pero el Valencia vuelve a la gran casa de los horrores de su historia europea. No fue el East End Park de Dunferlimne, ni Elland Road, tampoco el Olímpico de Roma ni tan siguiera el majestuoso Saint-Denis, la pesadilla tiene 15 letras: Wildparkstadion, Wildparkstadion, Wildparkstadion...