“Ha llegado un chaval que corre a 2.000 por hora”
Más de una década después, Martíns continúa siendo uno de los futbolistas más rápidos del planeta
Su entrenador en el filial del Inter, Corrado Verdelli, asegura que se quedó “impresionado por su velocidad y potencia”. Más de una década después, es lo mismo que le ha ocurrido al Levante. Y es que tras cautivar en sus primeros 45 minutos, Martins ha dejado a los granotas boquiabiertos con los resultados de las pruebas de esfuerzo a las que se sometió el pasado martes.
No sólo tiene un físico portentoso, sino que con cuatro entrenamientos fue capaz de alcanzar contra la Real Sociedad una velocidad punta de 34 kilómetros por hora. Más que Cristiano o Messi, a la cabeza de los jugadores más rápidos del planeta. Un reconocimiento que le valió durante años para tener en los videojuegos la máxima puntuación posible en rapidez y aceleración.
Siempre fue su seña de identidad. “Me dijeron que había llegado un chico muy rápido. Cuando lo vi, me pareció un pantera”, prosigue Casiraghi, el ojeador que lo pescó de la Reggiana con sólo 16 años. “Se convirtió en la mascota del equipo. Héctor Cúper, el técnico, estaba fascinado por un chaval que corría a 2.000 por hora. En los entrenamientos, Córdoba era el único que lo alcanzaba”. Todo viene en un reportaje publicado hoy en ‘El País’ que revela los entresijos de ‘Obaoba’.
Cuentan sus descubridores que en aquella época en el Inter, Massimo Moratti iba siempre a verlo en sus partidos con el filial. “Tenía una rapidez y una potencia en los primeros metros… Cuando no jugábamos bien bastaba tirarle la pelota al hueco que él siempre llegaba. Siempre. En el uno contra uno no lo paraba nadie”, insiste Vertelli, quien lo disfrutó y padeció a partes iguales. La policía llamaba al club por el ruido que él “y su tribu” montaban en casa tocando los tambores. Tampoco tenía cultura alimentaria ni del trabajo. Era muy indisciplinado. “Vivía en Milán, rodeado de gente, pero nadie sabía muy buen cuántos de ellos eran familiares”.
Con 28 años oficiales —su traspaso al Newcastle casi se frustra porque la Federación nigeriana le puso seis más—, el Martins que ha llegado al Levante acumula a sus espaldas la experiencia del Calcio, la Bundesliga y la Premier. De Rusia, en cambio, apenas le ha quedado nada. Nunca logró adaptarse a Kazán y sus días en el Rubin terminaron en el ostracismo, condenado al filial tras pasarse de la raya en un entrenamiento y casi agredir a un compañero. En Orriols está dispuesto a seguir haciendo goles como el del domingo. Y en la caseta, por ahora, disfruta como un niño. A los más bromistas les ha prometido enseñarles a hacer volantines.