Quico inicia maniobras con Iborra

El presidente se reúne con sus agentes para venderles una posible mejora de contrato

Rafa Carretero | 24 ABR. 2012 | 14:36

Más preocupado por su imagen que por lo revuelta que tiene la casa con un entrenador dispuesto a marcharse, Quico Catalán se ha embarcado ahora en una nueva aventura populachera para intentar renovar a Vicente Iborra. Un objetivo que viene cacareando a los cuatro vientos y que ayer le empujó a reunirse con sus agentes, Mario Parri y Fede Marco. Todo por la foto. Fue una cita rápida en el hotel Westin en la que si algo quedó claro es que hoy por hoy es muy difícil llegar a un acuerdo. A menos, eso sí, que sea sólo una huida adelante para retenerlo un año más, subirle la cláusula y traspasarlo después.

La reunión con Parri y Fede también sirvió para intercambiar información respecto al interés del Atlético de Madrid, pese a que el pasado jueves, durante la reunión del Consejo, Quico volvió a mentir sus compañeros de directiva diciendo que no sabe nada del tema cuando lo cierto es que los rojiblancos ya se han dirigido tanto al jugador como al propio club. Otra cosa, no obstante, es que el Levante no quiera sentarse con nadie.

En este momento no existe ninguna negociación y es complicado que la haya, puesto que los granota van a hacerse fuertes en los seis millones de la cláusula de rescisión. Tampoco sus agentes van a tirar un pulso, conscientes de que salvo contraorden ni el Atlético llegará a los seis millones de la cláusula en la actual coyuntura económica ni ellos pueden cerrarse la puerta de Orriols.

Pese a que Iborra, un canterano comprometido con la causa y con dos años más de contrato, no vería con malos ojos renovar si se le cierran otras ventanas, la realidad apunta a que las cifras en las que se mueve son ya de por sí importantes —está en el segundo escalón salarial— y que será difícil llegar a un acuerdo, puesto que Quico tendría que duplicarle su actual ficha. En el pasado, por cierto, el Levante ya se negó a escuchar una oferta de cuatro millones cuando su explosión en la élite aún no parecía definitiva.