El Valencia no puede seguir en Mestalla, esa protesta era hace 18 años
No podemos estirar un asunto que está muy claro, y nadie es más por agarrarse a el templo, ni menos por admitir qué debe pasar

La idea de que el Valencia siga en Mestalla nos la tenemos que sacar de la cabeza. Lo digo de forma seria, ruda, cabreado también, y triste, porque yo, como todos, me he criado allí, ese estadio es mi abuelo, es mi padre, ahora es mi hija, pero la realidad, que es muy cabrona, dice bien claro que nos tenemos que ir.
Y cuando antes mejor, porque eso querrá decir que el nuevo ya está y hemos vendido las parcelas del actual, lo que aligeraría una deuda que nos persigue de forma inexorable desde el siglo pasado, y que ha causado más estragos de lo que nadie pueda llegar a pensar.
Montar ahora movimientos maravillosos llenos de nostalgia y reivindicación está muy bien, salvo con el matiz de que todo eso llega 18 años tarde, porque debió pasar en 2006, cuando se empezó gestar el futuro estadio, y no ahora, cuando ya no tiene remedio. Ahora realmente no, hace años, pero conforme se ve el final del camino es como empieza a temblar la tierra. Que se está en guerra con la propiedad es algo que ya sabemos todos, que todo no se puede torpedear porque acabaremos lastimando al Valencia, lo mismo. Absolutamente inviable quedarse en Mestalla, dicho por activa y por pasiva.
¿Que se quiere hacer ahora ruido social a cuenta de este asunto? Me parece estupendo, que este es un país libre (bueno, según lo que pienses, claro) y cada un puede decir lo que le dé la gana. Pero eso no cambia la tozuda realidad, que es el hecho de que hay que irse y terminar lo que se empezó hace ya demasiados años. Y lo demás es nostalgia, la que tenemos todos, pero que no le va a dar de comer al Valencia, por muy duro que suene.