“Los dirigentes del Valencia deben dimitir por dignidad”
Pedir cabezas que están a mano es sencillo, muy cómodo, y aunque alguno me insulte por ello, demasiado fácil y hasta en cierto modo injusto

"Si Corona, Layhoon, Solís e Inma Ibáñez tuvieran dignidad, dimitirían de sus cargos en el Valencia". Tengo que decir que, cuando escucho eso de la dignidad, pienso que con la ajena no se tendría que jugar, porque es demasiado fácil. El que la lleva la entiende, y aunque yo puedo tener mi propia opinión sobre cada cosa y cada caso, lo cierto es que eso de "dimitir por dignidad" es algo que nos lo tendríamos que hacer mirar, aunque tengo claro que esa opción no se contempla.
Trabajar en este Valencia es muy difícil, mucho. Y aunque se cobra bien, que nadie pone eso en duda, uno, si es profesional, lo que le gusta es que su esfuerzo tenga recompensa. De los cuatro nombres manidos saco a Layhoon, que me ha decepcionado en su vuelta, como ya he dicho varias veces, y que desde fuera da la sensación de querer salir para no volver. No tengo ninguna prueba, para cada vez menos dudas. Y en cuanto a los otros tres, son casos muy distintos.
Me pongo en la piel de Javier Solís. Trabajando 15 años en el Valencia, y ahora, teniendo un cargo relevante y de máxima visibilidad. El sueño de un valencianista, la pesadilla de un profesional. Gestionar eso no es fácil, porque uno siempre piensa que puede darle la vuelta a la situación. Inma Ibáñez, con más de dos décadas en el club, entiende esto como su trabajo de siempre, y dista mucho de entrar en guerras como pretenden hacer con ella desde algunos sectores. ¿Dimitir por dignidad cuando se dedica a hacer su trabajo?
El caso más particular es el de Corona. Los otros dos viven y son de aquí, y se les pasan muchas cosas por la cabeza. El manchego no, y eso es algo que lo distingue mucho, en todos los sentidos. Trabaja, mueve jugadores, pone opciones encima de la mesa... y luego no le aprueban nada. ¿Debe irse porque no la hacen caso? Hay que ponerse en su piel para poder decidir. Aquí el único culpable de todo es Peter Lim, y como no le vemos nunca la cara, apuntamos a lo fácil.