Las nuevas generaciones de valencianistas merecen soñar tranquilas

Las nuevas generaciones de aficionados del Valencia se van a criar sufriendo, y además de lo lindo. Y lo cierto es que eso me hace retroceder 40 años en el tiempo, cuando yo tenía 11 años, y vi cómo nos íbamos a Segunda en 1986, y con la memoria bien clara de aquel milagro de 1983 cuando no bajamos porque pasó lo que casi era imposible que pasara. Los chavales que tienen ahora 15-16 años están creciendo sin Europa, en la mitad baja, mirando el descenso a los ojos.

Y no, eso no es bueno, porque sufrir de esa manera no es sano. Pero la pureza del valencianismo que están desarrollando tendrá un merecido premio cuando volvamos a ser lo que todos queremos ser, que es algo que pasará, que nadie tenga duda de ello, porque ese proceso cíclico de las cosas se da siempre, y antes o después volveremos a estar ahí. Ojalá, eso sí, que sea mucho antes que después, que esto ya dura demasiado.

Lo que se está viviendo ahora mismo es muy importante, porque Mestalla se llena, y con mucha gente joven, que no ha visto ganar Ligas ni jugar finales de Champions, pero que es de su equipo a muerte, que tiene ídolos como los hemos tenido tofos a su edad, que piensa que son los mejores y que no entiende de comparaciones con otras épocas. Y todo eso no se lo podemos robar, de ninguna de las maneras, porque no sólo sería injusto, sino que supondría una maldad descarnada que es posible que afectara al legado del futuro, y eso, de ninguna manera.