Un capitán del Valencia que vale un imperio
Jaume ha sido mucho más que el segundo portero, en todos los aspectos, y su figura se ha hecho mucho más grande
Jaume Domènech es el Valencia. Su forma de vivirlo, su forma de sentirlo, y su forma de transmitirlo. No voy a entrar a discutir con nadie nada, porque al final todos pretendemos saber mucho de esto, y todos los entrenadores que han pasado por este club desde 2013 han contado con él. Y además, lo han querido siempre cerca de ellos. Supongo que todos no estarán locos y que algo sabrán de esto, no como nosotros, el entorno, que somos el consejo de sabios y tenemos siempre claro lo que hay que hacer y lo que no.
Lo último es una puya, sí, lo reconozco, porque al final, y por encima de todo, Jaume es mi amigo, y cuando a la gente que quiere le dicen tantas barbaridades en algunos momentos, duele, duele mucho. Pero más allá de todo esto, la figura del de Almenara este año ha crecido de forma exponencial. Primero ha tenido que superar una lesión d caballo, que encima se complicó varias veces. Y luego ha tenido que ser el jefe de un vestuario que estaba como estaba, y él era el hombre que más podía ayudar al Pipo en su misión.
La culminación de todo este curso fue el partido del domingo en Sevilla. "¿Qué hacéis? Cabeza fría, que aquí no hay nada que celebrar", fue su frase cuando el equipo ya tenía asegurada la permanencia. Porque como dice la canción de Tardor, "els millors jugadors son aquells que saben on estan", y él lo sabe perfectamente, además de decírselo a más de uno si no se entera. Orgullo de capitán de mi equipo, y orgullo de amigo, que no ha cambiado nada desde que no era nadie, y que ahora, que es historia de este club se quiera o no, sigue siendo el mismo.