La fe del Valencia de Baraja
Si al descanso nos dicen cómo iba a terminar el partido, no nos lo hubiéramos creído... o si, porque aquí mandan muchas cosas

El Valencia de Rubén Baraja tiene muchas carencias, pero una fe que mueve montañas a pesar de los pesares. Y a todo lo que pasa hay que concederle valor, tanto en positivo como en negativo, y que un equipo de gente tan joven, que comete tantos errores, que se lleva tantos palos, siga en pie y acabe cada partido siempre en la portería contraria, es algo que pasa desapercibido por el estrés que llevamos todos, pero que es una de las bases para poder salir de ahí.
La primera parte es un horror, porque el fallo de Diakhaby lo condiciona todo, y el Pipo sabe que ese planteamiento... Hace cambios, no se corta, mete a chavales como Diego López o Javi Guerra, otra vez, y con el empate caído del cielo, se lanza a por el 2-1 de una forma poco ortodoxa, pero con un hambre que es lo que se le pide a este equipo por encima de todo. Acabamos de nuevo con un montón de críos hechos en casa en el campo, y buscando la victoria.
No tengo voz, supongo que ninguno de nosotros, y el domingo hay otro partido de infarto que debemos ganar, pero que por encima de todo no podemos perder. No sé qué pasará con este equipo de aquí a final de año, pero tengo claro que, con todos los defectos que tienen, de todo tipo, y hasta algunos que no lo son pero lo parecen, Baraja no va a dejar que se bajen los brazos. Que sería lo que habría pasado en la gran mayoría de los casos, dicho sea de paso.