Cambiar las cosas en el Valencia: tarde, casi imposible, pero obligado

Ha de darse una catarsis sin precedentes, y con todo y con eso, veo imposible que se le pueda dar la vuelta a la situación de Meriton aquí

Toni Hernández | 17 JUN. 2022 | 00:04
Lim OUT

En el Valencia debe cambiar todo. Pero de verdad, es decir, no cambiar muchas cosas para que nada cambie, que esa táctica ya se ha utilizado otras veces, nos la conocemos, y sabemos que no tiene ni recorrido ni sentido. Que las caras sean otras es un paso, especialmente en el caso de Anil Murthy, que hacía casi 3 años que no podía seguir siendo presidente del Valencia de ninguna de las maneras, que eso de mandar callar a Mestalla no lo he hecho nadie en más de un siglo más que él.

Lo de Bordalás por Gattuso no lo entiendo, no por el italiano, al que saco de esta ecuación, sino porque el alicantino se había ganado más que de sobra el entrenar a este equipo el año que le quedaba de contrato, y contando con los mimbres que se necesitaban en base a su estilo de juego.

Que se nombre un nuevo presidente, que es algo en lo que se tendría que poner mucho tino porque es muy importante, y en algún que otro cambio más que está previsto, como el de la dirección deportiva, le lava la cara al club, vale, no lo podemos discutir.

Pero sólo eso, le lava la cara, porque si las formas de actuar no cambian de forma radical, en todos los sentidos, está claro que dan igual los nombres, el problema sigue siendo el mismo. Se ha dejado caer, aunque me gustaría saber la fuente porque todo es muy contradictorio, que Ramón Planes ha declinado el Valencia porque no le daban libertad de actuación.

¿Y se enrola en una candidatura del Athletic de Bilbao que cuenta con el mercado de jugadores más pequeño de Europa? Todo muy extraño, sin duda, pero una cosa sí podemos y debemos recalcar. Si Lim no deja cierta autonomía, que nadie la tiene completa, aunque sea delegada en Jorge Mendes, que no deja de ser un hombre de fútbol por más burradas que digamos de él, no habremos avanzado mucho, al menos en eso.

Ir a las instituciones públicas con algo más que una sonrisa, convencer al valencianismo que no se pasa de ellos… muchas cosas, poco tiempo, y sobre todo, un descrédito tan grande que lo convierte casi en misión imposible.