Todo en el Valencia de hoy es difícil, pero si te has destrozado la garganta, es que sigue vivo

Si eres del Valencia y te escuece la garganta, te cuesta hablar, y le estás explicando a tu mujer que no te has ido de juega sino que has visto el partido del equipo, es que estamos muy vivos. Estoy contando cómo estoy yo en estos momentos, porque he visto el partido solo, sin nadie, y he celebrado el 3-3 dando gritos como si fuera un energúmeno, haciendo coros con alguien muy muy cercano a Bordalás, que lo ha gritado como yo. Como dos animales que habían perdido los papeles, no me importa reconocerlo, porque al final, eso, dentro de lo que supone en un tipo de 47 años, es bueno.

Son tiempos muy duros para ser de nuestro equipo, por muchas cosas. Y no sólo porque Peter Lim sea el dueño, sino porque todo lo que nos rodea es cansino, es denso, es agotador. Lo ponemos todo en duda, llamamos mal valencianista al que no piensa como nosotros, incluso colaboracionista, que me parece un insulto gravísimo a poco que sepas un poco de historia. Pero con todo y con eso, queda la esencia, queda el fútbol, queda celebrar un gol de tu equipo como si fuera el último. Y eso es lo que nos demuestra que seguimos muy vivos, a pesar de todo.

Me duele la garganta, me pica, y uno que sabe de qué va esto de las cuerdas vocales, sabe que mañana no va a poder hablar. Pero como no tengo programa, me importa menos. Son las 19:56 del domingo por la tarde, sigo solo en casa, el Valencia ha empatado un partido que tenía perdido contra uno de los mejores equipos del mundo, y aunque no pienso celebrar nada, estoy feliz. Feliz porque mi equipo, del que me hizo mi padre, sigue vivo. Y mientras esto pase, seguirá siendo así.