El Valencia según Anil Murthy, sin cafés
Los cuatro años que lleva en el cargo tienen dos fases muy claras, y que se diferencian por el poder que ha tenido en el club

De niños soñábamos con ser jugadores del Valencia. Cuando ya tuvimos claro que no, pensamos en ser entrenadores (el PC Fútbol le dio muchas cosas a mi generación). Cuando la cosa se veía que tampoco, presidentes. Y todo para terminar como aficionados, que siempre es un comodín en estos casos. Anil Murthy ha cumplido el sueño de muchos niños valencianistas. Y ni siquiera lo sabe, no lo valora, y se lo ha pasado por el forro muchas más veces de las que tocaría. Que básicamente es ninguna.
En su día, hace esos 4 años, no me tomé el café que Daià Vidagany me brindó con Murthy. La verdad es que no pude, y cuando sí se daba todo, el presidente echó a Dami del club y ya nada volvió a ser igual en muchos sentidos. Aquel hombre era el diplomático de carrera que venía a darle otro aire a Meriton, pero con Mateu Alemany trabajando. Fueron dos años, hasta 2019, en los que no tenía peso, pasaba de puntillas, y las cosas, encima, funcionaban muy bien. Y se tocó el cielo en Sevilla contra el Barcelona.
Ha mandado callar a Mestalla, ha mentido a entrenadores, jugadores, agentes, prensa... Ha encabronado a todos los estamentos sociales de la entidad, se ha convertido en un personaje denostado por todos a un nivel que yo no recuerdo a nadie. Cobra más de 2 millones de euros al año y cuenta con la confianza del máximo accionista, que es lo más grave. Y ha cumplido el sueño de muchos cuando éramos críos, y se ha cagado en él. Es difícil hacer más en menos tiempo, de eso no cabe ninguna duda.