Un desengaño en el Valencia llamado Maxi Gómez

La palabra que define el año de Maxi Gómez en el Valencia es decepción. Al menos una de ellas, porque más allá de los goles que no han venido, la actitud en muchas ocasiones (especialmente desde que cerrño el mercado de invierno), ah desesprado a un entorno que creñia ciegamente en él, y que conforme pasaban los partidos entendía menos que jugara siempre para aportar, al menos en apariencia, tan poco a un equipo que lo necesitaba como el aire para poder respirar.

Empezó bien, marcando, estando, haciendo todo para que el equipo fuera mejor, teniendo una conexión especial con Kang in Lee... pero a medida que el equipo y Javi Gracia languidecían, él se iba apagando si cabe más deprisa. Más allá de sus sequías goleadoras, que puede ser siempre algo puntual en el caso de los delanteros, lo que desesperaba era esa aparente actitud pasiva. Como decimos, especialmente desde finales de enero, cuando quedó claro que no salía.

Se le ha dicho de todo, y en más de una ocasión de manera injusta, porque tampoco se puede dudar como profesional de nadie que no da motivos para ello más allá de rendimientos puntuales. ¿Quiere quedarse en el Valencia? Esa es la primera pregunta que se tiene que hacer el jugador, más allá de si el club tiene idea de venderlo o no en función de las ofertas que haya encima de la mesa. Pero si al final se queda, que es una posibilidad, debe ser lo diferencial que todo el mundo espera... y que el equipo, sin lugar a ninguna duda, necesita.