Los centros de Ivanschitz, garantía de gol en el Levante UD
El conjunto granota disfruta del internacional austríaco
Los trayectos que conducen a la suerte máxima del gol, en el balompié, son en infinidad de ocasiones enigmáticos y difíciles de descifrar y responden al talento y a la magia y a un segundo de inspiración, pero, a veces, están perfectamente definidos y claramente delimitados sobre la faz del terreno de juego. Podría decirse, a la vista de la génesis y ejecución final, que el Levante de las últimas semanas ha encontrado la ruta de las especias que marca el gol. El itinerario está perfectamente definido y despejado de maleza. Centra Ivanschitz y marca el Levante.
Parece incuestionable este hecho si se rememora y se reedita la epifanía de las postreras dianas alcanzadas por la sociedad que prepara Joaquín Caparrós. Hay una identidad que unifica sus caracteres y dota de continuidad a la acción suprema que significa la consecución del gol que el bloque azulgrana ha saboreado en los partidos disputados en la secuencia última de la competición. La imagen, a modo de instantánea, que parece quedar congelada, se perpetúa. Y curiosamente, o quizás no tan curiosamente, con todo lo que esta repetición significa, los protagonistas convergen en el epicentro de la actividad.
El balón parte de las botas punzantes de Andreas Ivanschitz y acaba en el fondo de las redes del equipo oponente. Podría ser el titular escogido para desentrañar los misterios del gol en el caso que compete a la institución levantinista. La representación está muy presente en interior de la mente de los distintos estamentos que conforman el Levante. El duelo ante el Sevilla permite confirmar esta tesis y esclarecer dudas, si es que existe algún indicio. Vyntra sobrevoló el cielo de Nervión para conectar un mortífero cabezazo que enmudeció el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán.
El central griego acaparó la atención, pero las miradas marcharon en dirección hacia el vértice izquierdo del ataque granota. Por allí aparecía el atacante austriaco para sumarse a los fastos. Ivanschit preludió la maniobra que permitió enjugar la diana obtenida apenas unos minutos antes por Rakitic. Y el jugador centroeuropeo siguió adquiriendo protagonismo como heraldo del gol. Lo hizo sin apenas tiempo para que los moradores del feudo sevillista se recuperaran de la contundencia del golpe sufrido.
Los acontecimientos fueron prácticamente milimétricos en su realización. Ivanschitz puso el esférico en movimiento desde el mismo espacio y el cuero, tras despeje de Beto, cayó en los pies de Simao. El mediocentro atornilló la victoria en tierras sevillanas. Lo cierto es que Ivanschit está alcanzado un papel estelar en las postreras semanas de la competición en el ecosistema azulgrana. Su aportación no resulta circunstancial.
Todavía es posible recordar su enorme explosión de júbilo, con los brazos alzados recorriendo la línea de fondo en paralelo a la grada central, después del cabezazo ganador de Vyntra que redujo a cenizas la estirada de Víctor Valdés. El partido ante el F.C. Barcelona amanecía y el jugador internacional por Austria dejaba muestras de su excelente técnica. Es posible echar la vista atrás para recordar el principio del gol de la victoria final ante el Málaga.
Las analogías son coincidentes. Ivanschitz puso el balón en juego desde el córner derecho del ataque granota y David Barral sorprendió a la vanguardia andaluza y a Caballero. La cita de Ivanschitz con el gol es tan regular como metódico y preciso resulta en sus golpeos en las acciones a balón parado. La repetición de esta ejecución advierte de nuevas variables que, en realidad, marchan entrelazadas. La primera resalta la peligrosidad que alcanza el Levante desde la estrategia; un aspecto fundamental en el fútbol actual por las soluciones que aporta. Desde ese prisma, es incuestionable el tremendo valor que significa contar en el interior de la plantilla con especialistas al estilo de Ivanschitz. Su golpeo es realmente exquisito.
Por otra parte, habría que acentuar la calidad del trabajo estratégico desarrollado en la soledad de las sesiones de entrenamiento por el cuerpo técnico. Joaquín Caparrós persevera en este tipo de movimientos con sus pupilos. En su mente se dibujan infinidad de variantes que se trasladan al interior del verde después de ensayarlas. La insistencia puede llevar a la excelencia y, en este caso, en un hecho que está comprobado.